Motivación es aquello que permite descubrir y fijar los objetivos de la conducta y entender por qué se persiste en ella o se abandona el esfuerzo. Conocer las propias motivaciones hace que la mente esté menos dispersa y más centrada en resolver los problemas que dificultan el logro de los objetivos fijados.
En ocasiones se puede tener un motivo bastante fuerte y varios motivos no tan intensos. El más fuerte es también el que más influye en la propia conducta y el que consigue imponerse a los demás cuando no se pueden realizar todos a la vez.
De todos modos, la fuerza de los motivos puede cambiar según el momento y con el paso del tiempo.
Quienes tratan de discernir cuáles pueden ser las motivaciones universales, han establecido categorías globales como necesidades biológicas, sociales, autoestima, de logro, de crecimiento personal… que han organizado de forma jerárquica, de manera que solo a medida que se satisfacen las necesidades más básicas, se activan las más complejas.
4 pasos para descubrir tus motivaciones
1) Haz una lista de las cosas que te hagan sentir bien. Incluye en ella tanto las acciones o situaciones que te satisfagan a corto plazo como las que te recompensen después de un esfuerzo a medio o largo plazo.
Para saber cuáles son las que te motivan más, podrías tratar de “cuantificar”, de algún modo, la satisfacción que te producen.
2) Revisa todo lo que has hecho durante una semana y fíjate cuánto tiempo has dedicado a cada actividad.
3) Ante una dificultad, imagina cómo te sentirías evitándola y cómo enfrentándote a ella. Pregúntate si, para ti, el esfuerzo vale la pena.
4) Analiza cada una de las decisiones que tomas en un día. Generalmente, las personas pueden escoger entre varias opciones de conducta y eligen en función de sus motivaciones más o menos conscientes.
Begoña Odriozola (Psicóloga Clínica) para Cuerpo y Mente.