En la diversidad de emociones, existen algunas específicas que tratan de recoger con exactitud qué es lo que se está experimentando. De esta manera, surgen conceptos como hubris, regodeo, mudita, etc… los cuales vamos a describir a continuación.
Para comenzar, el término Hubris hace referencia a un orgullo desmesurado. Surge como consecuencia a una evaluación positiva de corte más bien narcisista del yo. Frases como “está encantado de conocerse” podrían encajar en personas que tienen un cariño y aprecio exagerado hacia sí mismo. Suelen ir acompañadas de conductas de desprecio ajeno o desdén (Etxeberria, 2002). En el polo opuesto están las personas que se castigan a sí misma, esto es, ejercen autocrítica, autodesprecio o poseen una autoexigencia de sí mismas exagerada.
Como suele ser habitual, en el equilibrio está la virtud. En esta línea, Kristin Neff (2009) posee un gran bagaje investigador en torno a los beneficios del aprecio a uno mismo, pero sin que sea superior al resto, ya que recoge la importancia de conexión con el resto de humanidad junto con la atención plena o mindfulness
El regodeo o regocijo tiene como definición "complacerse maliciosamente con un percance, apuro, etc. que le ocurre a otra persona". En psicología, se utiliza la palabra alemana Schadenfreude, la cual no se traduce y se mantiene con su impronunciable nombre. Schadenfreude significa "sentimiento de alegría creado por el sufrimiento o la infelicidad del otro". En definitiva, disfrute o placer por el dolor o incomodidad ajena (Leach, Spears, Branscombe y Doosje, 2003). Un término opuesto es la palabra budista mudita, que es la felicidad por la fortuna del otro. En esta línea, el término Ubuntu en el idioma xhosa alude a un recogimiento humano sobre nuestra unidad, en el que “yo soy porque nosotros somos” (Bhengu, 1996).
De esta manera, aún continúa difusa los límites que separan lo que es saludable o lo que deja de serlo, ya que el hubris y/o regocijo es positiva para esa persona, es decir, si le preguntaras si es bueno sentir lo que siente, te respondería afirmativamente. Entonces ¿cuándo una emoción es realmente positiva?
El término clave en este caso es para qué; buscar el sentido, propósito y finalidad. Si una emoción es adaptativa para la sociedad, estamos en disposición de concretar que es positiva en sí misma. Hubris y regodeo no son positivas porque no contribuyen ni aportan al resto de la humanidad e igualmente a medio y largo plazo tampoco ayuda a la propia persona.
Esto nos conduce a saber que no todas las emociones positivas son adaptativas e incluso éstas pueden tener efectos adversos (Oishi, Diener y Lucas, 2007). Por ello, hay que matizar que no es únicamente lo que nos genere bienestar, sino que éste debe estar adherido a una conducta prosocial hacia nuestros allegados, es decir, una serie de conductas cívicas que procuren un bienestar real y humano.
Posiblemente las emociones de hubris y regocijo seguirán existiendo ya que conforman una parte del ser humano que no podemos obviar. No obstante, sí deberíamos de tomarlas como ejemplos del camino que no debemos seguir. Así, la psicología debe aportar su granito de arena en su estudio e investigación del afecto, cognición y conducta humana, en pos de una generación de actitudes positivas hacia el propio individuo y sus iguales.
Finalmente, esto nos lleva a enlazar con una de las emociones claves: La empatía (De Waal, 2010). El término empatía lo he dejado para el final, pues es la piedra angular y la línea base de todo cambio positivo. Generar empatía, ponernos en el lugar del otro y sentirlo casi como si lo sintiéramos nosotros, no sólo es un gran paso, sino que es el el camino hacia el entendimiento y sentimiento de conexión humana.
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