Nos empeñamos casi todos los días en planificar y controlar todo lo que hacemos.
De hecho, solemos organizar toda nuestra trayectoria, desde pequeños. Muchas veces somos nosotros los que decidimos y otras muchas, son las personas mayores de nuestro entorno, las que deciden hacia donde tenemos que caminar.
Poco a poco, hemos ido aceptando que la vida es planificar, controlar y aguantar todo lo que nos pasa…
Pero… la vida no es sufrimiento. No necesitas estar todo el tiempo pensando que vas a hacer, o que no vas a hacer. No hace falta que lo controles todo. Puedes relajarte y disfrutar del momento.
Cierra los ojos y respira profundamente tres veces.
Encuentra cualquier parte de tu cuerpo que esté en tensión y suéltala.
Cuando lo hayas hecho, tan solo quédate ahí en esa sensación de calma que ahora te invade.
Ahora, imagina que estás sentada en una hamaca, en una terraza con vistas al mar.
Hace un día algo nublado, pero hay sol.
Te calienta y te hace estar muy feliz.
Observa como el mar está en calma. Apenas hay olas y ves una gran masa de agua balanceándose como si bailara.
Observas las ondulaciones del mar, desde el horizonte hasta donde rompen las olas.
Sientes como esas ondas forman parte de tu cuerpo y como notas una sensación de cosquilleo en el estómago.
Estás muy relajado y lleno de paz.
Sabes que al agua no le cuesta ningún trabajo ese movimiento que realiza. Tan solo se deja llevar por el viento y las otras ondas que le llegan.
Observa lo sencilla que es la vida.
Sigue sintiendo dentro de ti, las ondulaciones que el mar en calma te ofrece.
Todo está bien.
Todo va a salir bien.
Eres una persona muy especial.
Déjate llevar por los acontecimientos de tu día a día.
No te esfuerces en ser, ni en estar. Tan solo disfruta de las sensaciones y del vaivén del viento.
No dejes de lado tus sueños.
Recuerda:
Déjate llevar.
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