Lo importante es lo que tenemos, no lo que esperamos. Lo esencial es lo que vivimos hoy y no lo que esperamos realizar mañana. El pasado no se puede cambiar y el futuro es una incógnita. Sólo el presente es seguro.
La felicidad consiste en contentarse con lo que tenemos y en olvidar lo que quisiéramos. Si esperamos demasiado del futuro, dejaremos pasar la vida de largo.
Si la búsqueda de la felididad es como subir una montaña, hay dos formas de llegar a la cima.
La primera consiste en avanzar con la cabeza gacha, hacia el objetivo, sin mirar los paisajes, ni la belleza del cielo, ni los pájaros... hay que privarse de todo para alcanzar la cima.
Pero si, por alguna razón, no llegamos a la cima, lo habremos perdido todo, pues no habremos sabido disfrutar del camino.
La otra actitud, que llamaremos hedonista, consiste en caminar hacia la cima mirando el paisaje, parándonos para cortar una flor, bañarnos en un torrente o contemplar el vuelo de los pájaros. Vamos avanzando sin privarnos de las bellezas que nos rodean.
Y si fracasamos, al menos habremos dado un buen paseo.
La ambición no debe impedirnos disfrutar de la vida día a día. Debemos distinguir lo urgente de lo importante. Tenemos que ser felices hoy.
Cada día es un milagro. Cada uno de nuesros geston esconde algo de felicidad.
Cada uno de nuestros actos es el comienzo de una obra de arte.
Nuestros sueños están al alcance de la mano. ¿Quién sabe lo que pasará mañana?
¿En qué se convertirá la piedra que estamos colocando hoy?
Catherine Rambert. "SI PUDIERA VOLVER A VIVIR". Ed. AGUILAR.