Por naturaleza somos brillantes, somos luz y amor que brilla siempre, aunque estemos creyendo lo contrario. Para que seamos conscientes de nuestra luz, es necesario iluminar aquellas zonas oscuras que hemos ido almacenando con el tiempo, con las experiencias tristes y dolorosas, aquellas que en su momento no pudimos comprender o perdonar.
Si estamos con la intención de avanzar en nuestro estado de dicha y plenitud, será necesario ir atrás a mirar aquello que llevamos como una carga emocional, ya que comúnmente vamos guardando las experiencias de vida, con un peso extra que no nos corresponde. Esto tiene una lógica matemática, no es posible brillar plenamente si llevamos zonas oscuras almacenadas dentro de nosotros.
Las experiencias que tenemos en esta vida, son una posibilidad de aprender a alinearnos con nuestro potencial que es inmenso. Para ello, la sabiduría de nuestro Padre ideó, un plan perfecto que no puede fallar, con leyes infalibles, con pistas muy claras que a veces nos negamos a considerar. Entre esto se encuentra la maravillosa ayuda de nuestras emociones.
Las emociones agradables son las que confirman que vamos bien encaminados, las emociones que nos resultan dolorosas nos indican que el camino no va por ahí y que hay que hacer un ajuste para volver a encaminarse para llegar a la meta. Todos vamos caminando hacia la meta de la dicha y la paz, el regreso al hogar, pero no todos préstamos tanta atención a las señales y a veces nos confundimos y nos extraviamos en nuestras emociones. Las emociones son una guía maravillosa, pero cuando perdemos el camino llegamos a desear no sentirlas, porque duelen mucho.
Cuando sufrimos a causa de nuestras emociones, es porque hemos vivido algunas circunstancias que no hemos comprendido en su totalidad. Si las comprendiéramos de inmediato, no habría dolor. Necesitamos un tiempo para procesar, es verdad, pero no es necesario que el dolor quede pegado en nosotros dejando sus marcas que nos hacen sufrir después de que ya ha pasado tiempo suficiente para aceptar o modificar.
A medida que las experiencias se suman en nuestra vida, tenemos la posibilidad de experimentar muchas situaciones complicadas, pero luego de un tiempo podemos liberar esas energías de dolor y darnos la oportunidad de volver a poner la luz que nos corresponde. Estamos capacitados para experimentar las vivencias de manera fluida y en paz. Sin embargo, acostumbramos a quedarnos con ese dolor que vamos almacenando en capas, desde la tierna infancia hasta la edad adulta, haciendo una verdadera costra que nos impide el paso de la luz.
Para que la luz de nuestro Ser brille, es necesario iluminar aquellas zonas guardadas en oscuridad. Para ello es importante, volver a atrás a comprender lo que nos hizo sufrir. Si miramos allí con sabiduría comprenderemos que no hay lugar al dolor. En el momento la vivencia pudo doler, pero ahora, más grandes y más sabios podemos volver a restablecer la paz, la armonía y el amor.
Si guardas en tu interior, recuerdos tristes o dolorosos, de aquellos que te hacen emocionar de vez en cuando, es porque aun está la herida abierta. Si aun después de mucho tiempo recuerdas el dolor o sufrimiento generado por los padres, familia, amigos, la escuela, colegas de trabajo, perdida de un familiar muy querido, pérdidas materiales, errores que te provocaron problemas posteriores u otros momentos similares, comprende que ese evento ya pasó y que ahora eres libre y que es hora de celebrar tu libertad.
Cuando comienzas la labor, lo primero que se iluminará serán esos dolores que están mas conscientes, pero a medida que avanzas te encontraras con situaciones que ni siquiera recordabas. Cuando la luz comience a penetrar dentro de ti, te sorprenderás con la cantidad de pequeños momentos que fuiste capaz de almacenar y que se encuentran cargados de emociones que en el momento de la vivencia ni siquiera pudiste evaluar. Poco a poco la luz llegará a todos los rincones, poco a apoco tu luz se alzará y te sentirás mas aliviado.
Nunca existe un evento que no podamos comprender o perdonar. Sea de la gravedad que sea, siempre es posible recuperar la luz que le corresponde a esa eventualidad. Aprender, perdonar, comprender y aceptar son algunos de los procedimientos que podemos utilizar.
Cada cual sabrá qué hacer cuando se atreva a ir a mirar eso que quedó atrás sin resolver y que guarda tanta energía que ahora le impide brillar en plenitud.
Patricia González