La vida está llena de altibajos emocionales. En un momento nos sentimos eufóricas, llenas de vitalidad, dispuestas a comernos el mundo y al minuto, sin que haya ocurrido nada, caemos en el desánimo y nos embarga la desilusión. Ese desajuste de sentimientos que vienen y se van, ese descontrol de estar en lo más alto para caer sin remedio, es el motivo de algunos de los trastornos emocionales que más nos afectan, como por ejemplo, la ansiedad.
Reconocer las emociones
Y la verdad es que a todas nos gustaría tener la suficiente fuerza psicológica para afrontar la vida sin esos desequilibrios emocionales que a veces nos incapacitan para seguir adelante y ser felices. Pero no es tan sencillo aprender a manejar nuestras emociones para convertirlas en algo positivo porque lo primero que tenemos que hacer es conocer y reconocer nuestras emociones. En definitiva, conocernos a nosotras mismas.
Algo que no siempre estamos dispuestas a hacer, por falta de tiempo o por el mero desconocimiento de la importancia que tiene investigar, reconocer y expresar nuestros sentimientos. Una mirada al interior que se hace necesaria para encontrar el equilibrio emocional que necesitamos, siendo capaces de distinguir si lo que sentimos es presión o culpabilidad, responsabilidad o imposición, vergüenza o envidia, amor o dependencia.
Un mayor conocimiento de nuestras emociones nos llevaría a poder manejarlas y transformar la angustia en aceptación, el miedo en aprendizaje, la desilusión en sueños, la ansiedad en iniciativas y la depresión en revitalización. Cómo aprender a identificar esas emociones depende de la forma de ser de cada persona. A algunas les bastará con tomarse un tiempo para ellas mismas, mientras que otras necesitarán técnicas como la meditación o incluso terapia psicológica.
Encontrar el equilibrio
Que no podamos tener toda nuestra vida bajo control porque hay infinidad de acontecimientos que se nos escapan, no quiere decir que no tengamos posibilidades de tomar las riendas nosotras mismas y dirigir nuestra vida por el camino que nos lleve directamente a la felicidad. Imagínate que la vida es tu agenda en la que organizas tus obligaciones diarias dejando espacio para los imprevistos.
Contando con eso, sólo tú eres la responsable de mantener ese equilibrio necesario para sentirte bien, en armonía y feliz. ¿Cómo hacerlo? Evitando actitudes negativas como el odio, el sentimiento de culpabilidad, la envidia, la vergüenza, la ira o el mal humor. Y potenciando toda esa actitud positiva de la que tanto se habla que consiste, entre otras cosas, en sonreír, sentirte segura de ti misma y utilizar tus errores y equivocaciones como trampolín para dar un gran salto.
Si te acostumbras a rodearte de la gente que te quiere, si reservas tiempo para todas esas actividades que te hacen sentir bien, si mantienes el sentido del humor y la actitud positiva y no permites que nada ni nadie te robe tus sueños, poco a poco irás encontrando ese equilibrio emocional que tanto necesitas para hacer frente a cualquier imprevisto vital.
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