Los dos especies de meditación
Las diversas prácticas meditativas que ha elaborado el ser humano a lo largo de la historia pueden agruparse en dos grandes grupos o especies: la meditación concentrativa y la meditación contemplativa. Es común también que a la meditación concentrativa se la llame Shamata y a la meditación contemplativa se la denomine Vipassana.
La meditación concentrativa, la cual se caracteriza por la utilización de mantras u objetos de atención, conduce a un estado de concentración lineal donde se logra acceder a un estado de atención muy profundo pero sobre un campo de atención estrecho y limitado. Por ejemplo, si de considerar el teclado de una computadora se tratara, la meditación concentrativa intentaría detenerse y profundizar en el conocimiento de una sola de las teclas del mismo dejando sin considerar al resto de las teclas. Uno de los problemas que suscita este tipo de meditación y que, en cierta manera limita sus posibilidades, es que, al atender a un solo aspecto del campo de atención, el resto del campo queda casi completamente olvidado e ignorado. Esto, claro está, no aumenta nuestra capacidad de percepción y de integración sino que la limita ampliamente. Tampoco ayuda a disolver la polaridad sujeto-objeto sino que, más bien, la incrementa.
Por supuesto que esta especie de meditación produce significativos beneficios pero, a nuestra manera de ver, no logra acceder a todos los beneficios de que es capaz el ser humano mediante esta práctica.
Algunas técnicas concretas de meditación concentrativa son las siguientes: meditación trascendental, todas las meditaciones que utilizan mantras, el rezo religioso, el “control mental”, etc.
La meditación contemplativa no busca limitar el campo de acceso cognoscitivo sino todo lo contrario. Volviendo al ejemplo anterior del teclado, esta especie de meditación buscará atender a todas las teclas de teclado e incluso ir mas allá del mismo internándose dentro de los ámbitos que no son el teclado mismo como la mesa donde se encuentra el teclado, la habitación, el mundo. Este tipo de meditación conduce a lo que se suele denominar satori o sabiduría de la conciencia.
Nosotros consideramos que la práctica de esta especie de meditación es la más adecuada y completa para el ser humano pues ayuda a incrementar nuestra sensibilidad, integración, conciencia y sabiduría sobre nosotros y sobre el universo. Además, y este hecho no es menor, nos coloca en un camino fértil para que la experiencia de polaridad sujeto-objeto pueda llegar a disolverse.
La doble actividad intelectual
Si bien parece ser que la actividad intelectual del ser humano es una sola y la misma en todos los casos, esto no es verdaderamente así. Se pueden distinguir dos actividades intelectuales diversas del ser humano.
La primera de ellas puede ser llamada Raciocinio y corresponde a la actividad propiamente discursiva en la cual la inteligencia se mueve discurriendo entre conceptos y llegando ocasionalmente a conclusiones a través de ciertas premisas. El raciocinio se mueve constantemente entre los elementos del pensamiento, como yendo de unos a otros de entre ellos.
La segunda actividad es llamada Intelección directa y corresponde a la actividad intuitiva y aprehensiva mediante la cual el ser humano logra captar de manera directa (sin discurrir) la esencia o naturaleza de las cosas. La intelección directa no discurre entre los elementos del pensamiento sino que, prescindiendo e ignorándolos, logra llegar a captar en un acto simple el qué de las cosas o, lo que es lo mismo, su esencia o naturaleza. Este acto de aprehensión no es siempre de una esencia o naturaleza completa sino que puede ser de una parte limitada o marginal de la misma.
Con el raciocinio decimos, por ejemplo, que sabiendo que todos los hombres son mortales podemos llegar a la conclusión de que un determinado hombre es mortal. Aquí se presenta una actividad de movimiento del pensamiento entre sus diversos elementos los cuales son en este caso las premisas que se hallan compuestas por conceptos y diversos otros elementos.
Con la intelección, en cambio, podemos ver a un perro y sin discurrir en absoluto podemos decir “es un perro”. Logramos aprehender la esencia o naturaleza del perro en forma directa. La intelección no dice “dado que tiene cuatro patas y ladra es un perro”, lo cual sería discurrir sino que capta y aprehende directamente lo que el perro es.
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