El amor no conoce de límites en muchos aspectos, tampoco en lo que a la diferencia de edad se refiere. No se pueden realizar juicios de valor ni afirmaciones generalizadas sin conocer el caso concreto de la pareja en cuestión. Es posible que, en algunas relaciones, cinco años sean todo un mundo; en otras, 20 años de diferencia no tendrán la más mínima importancia.
Para empezar, es necesario considerar en qué momento de nuestra vida nos enfrentamos a una relación en la que la diferencia de edad es abultada. Si, con 15 años, conocemos a un hombre de 30, las cosas se complican. De hecho, siempre es así cuando uno de los dos es menor de edad. Superada esta barrera, los obstáculos disminuyen.
A partir de los 18 años, prácticamente sólo tendremos que valorar nuestro grado de madurez y el de nuestra pareja, así como los planes de futuro en común y lo que cada uno espera de esa relación. Si ambas partes desean una relación estable y duradera, están de acuerdo en cuestiones de niños y mobilidad, no habrá mayor problema. Por muchas pegas que padres, amigos y sociedad le pongan a la relación por nuestra diferencia de edad; lo más probable es que el tiempo ponga las cosas en su sitio y nos de la razón: merecía la pena seguir adelante con esa persona.
Otro punto muy importante en esta cuestión es la diferencia de edad en la madurez. Todavía vivimos en una sociedad de tópicos. Si una mujer madura o un hombre entrado en años comienzan una relación con una persona notablemente más joven, el círculo de amistades se les echará encima, advirtiéndoles del peligro: “sólo está contigo por el dinero”.
Si las dos partes de la pareja llevan un estilo de vida similar y se compenetran en gustos y aficiones, la diferencia de edad no tiene por qué ser un problema. Un tema mucho más peliagudo es la visión del futuro más lejano; es decir, cómo o hasta donde evolucionará la relación de pareja en común. Si uno de los dos es 20 años mayor que el otro, la perspectiva de quedarse viud@ a los 65 no es nada alentadora.
Es importante que nos dejemos guiar por nuestro instinto y que no rompamos la relación por la diferencia de edad que nos separa. Hablemos de sentimientos con nuestra pareja, de lo que él o ella siente cuando la gente murmura a nuestras espaldas. Si sus palabras son sinceras, también lo será su amor y, unidos, no habrá diferencia de edad que nos importe. Además, en cuanto a la reflexión de que nuestra pareja nos deje solos siendo aún muy jóvenes, podemos estar agradecidos del tiempo maravilloso vivido en común que ninguna otra persona nos habría proporcionado.
http://www.be2.es/blog/diferencia-de-edad-en-el-amor/