Hay jefes que, literalmente, te pueden poner enfermo. Consiguen que el levantarte por la mañana dirección al trabajo se convierta en un suplicio. Son los que no tienen en consideración a sus empleados, los maleducados, los que no los motivan y no los estimulan intelectualmente. Para detectar a un jefe tirano, no hay más que fijarse en quien tiene más movimiento de personal en su área. Nada que ver con los buenos líderes que logran aumentar el rendimiento y la satisfacción de sus subordinados en el trabajo.
Si tienes cierta capacidad de dirigir, ordenar o encauzar la vida de otros, es recomendable que cada cierto tiempo reflexiones sobre el modo y el estilo que empleas y solicites feedback a personas significativas de tu entorno para tener un perfil lo más objetivo posible. Este ejercicio servirá para comprender y trabajar sobre la desviación que existe entre tu desempeño actual y las metas que te fijes como lider.
Mandar o convencer pueden ser dos polos opuestos y antagónicos o pueden fundirse en una unidad de amable convivencia y efectividad. Mandar es conseguir que el otro haga lo que se le ordena. Convencer es educar a otro para que haga lo que conviene. Mandar excluye del formidable ejercicio de pensar, crear y proponer a todo aquel que no ostente el mando y el control. Convencer significa aproximarse a tu interlocutor, hasta llegar al núcleo del entendimiento y el acuerdo.
Un freno siempre detiene. Y al igual que en cualquier organización humana existen jefes que funcionan como frenos y utilizan solo el ejercicio del mando que les da su situación de poder. Un jefe freno es una persona tacaña de mentalidad, que tras la barrera del poder se protege de su complejo de insuficiencia, con la convicción de que la posibilidad de pensar, analizar y proponer solo debe estar limitada a los que mandan. Tiene pavor a ser superado por sus subordinados en vez de entender que el mejor jefe es aquel que sabe reunir un gran grupo de cerebros y estimularlos al máximo.
Los jefes con mentalidad de corto alcance, tan tristemente abundantes en el paisaje empresarial actual, todavía son frenos en el desarrollo de las organizaciones, empresas y equipos a los que pertenecen. Como dice en Joaquin Lorente ”En el siglo XXI hay que entender que no existe personal más gratificado que aquel al que, desde una profunda honestidad, se le ofrece la posibilidad de crecer y desarrollar a fondo su cerebro. En cualquier estructura productiva, a los cerebros no hay que ponerles más límites que la rentabilidad de sus ideas”.
No conozco a nadie que se levante por las mañanas que desee ser un líder incompetente. En su mayoría o están convencidos que lo están haciendo correctamente y nadie les ha hecho ver el error o creen que no es posible o que no son capaces de hacerlo mejor. Por eso es fundamental contrastar la idea que tenemos de nosotros mismos con la que tienen los demás.
He descubierto que muchas de las personas que se desempeñan con dificultad nunca han recibido una formación apropiada sobre el buen liderazgo y no han trabajado sobre la mentalidad necesaria que les ayude a mantener el equilibrio a través del tiempo. Si estas comprometido con mejorar continuamente y pretendes ser un lider eficiente , a fin de conseguir un cambio de conducta real y duradero debes:
1. Recibir formación sobre los principios del liderazgo y actualiza continuamente su conocimiento
2. Buscar información de las personas significativas que te rodean. Recuerda que has estado actuando de esa manera desde el convencimiento de que era la mejor que se podía o sabias y es posible que hayas perdido la perspectiva.
3. Forjarte un compromiso. Busca personas que te desafíen, que te aporten perspectiva, que te lleven más allá de a lo que habitualmente llegas.
4. Establecer un plan de acción que te lleve desde donde actualmente estas a donde quieres llegar.
No es necesario nacer líder para ser un líder. Ser un líder no significa ser un superhombre, al forjarse en su encuentro con el liderazgo, las personas cometerán errores, harán progresos durante un tiempo, retrocederán y avanzarán de nuevo. Así es la condición humana. El cambio individual y la mejora continua, no es una propuesta de todo o nada.
Según Drucker el directivo eficaz es aquél que convierte las fortalezas de las personas y de la organización en productivas y procura hacer irrelevantes sus debilidades. Decidir es imponer al tiempo las prioridades, y eso siempre supone riesgos. La dirección y el liderazgo entrañan esta responsabilidad y otra aún mucho mayor como es la formación y el desarrollo de personas.
Un líder no necesita ser jefe. Los líderes no siempre son las personas con mayor jerarquía dentro de las organizaciones, los líderes son quienes saben hacia donde quieren ir y transmiten esta seguridad a las personas que los rodean. Es el líder, no el jefe, quien conoce que encontrará barreras y obstáculos para llegar, pero tiene la confianza, y el poder para transmitirla, en que lo va a lograr.
Para convencer, un líder en primer lugar somete a su reflexión las ideas que desea hacer realidad, visualiza su objetivo, se clarifica y desde esta clarificación surge la convicción que es la credibilidad que tiene el mismo en sus planes. Las palabras mueven y el ejemplo arrastra. La convicción nos lanza a la acción y nos permite superar obstáculos y adversidades. La convicción es la energía y vitalidad que de forma congruente despliegan los líderes en sus obras.
Estoy convencido que en las organizaciones, el nivel de éxito. de excelencia y su futuro, dependen directamente del nivel de liderazgo de sus integrantes. El autoritarismo quema las relaciones y genera insatisfacción en los trabajadores, atentando contra la salud de la empresa a medio plazo, y dado el momento actual de crisis económica, considero que mantener a este tipo de dirigentes es un lujo que ninguna empresa puede permitirse. Siendo esto así, observo continuamente que en la inmensa mayoría de las organizaciones, están instaladas en la mediocridad, en la atonía o en la supervivencia, y no se cultiva, ni se facilitan las condiciones para que se desarrolle el liderazgo y se aplique de forma práctica, decidida y obsesiva.
Liderar es un tema de actitud y compromiso más que de conocimiento.
Lo cierto es que todavía hay muchos jefes, fruto de una cultura de la vieja escuela, que en su inercia, desconocimiento o comodidad no han evolucionado y que no se dan cuenta de que el ordeno y mando es una limitación que demuestra poca inteligencia emocional. Pero lo peor es que el nivel de inconsciencia en el que operan estos jefes determina el nivel evolutivo que la organización y sus empleados pueden alcanzar.
Ha llegado la hora de dejar de dar órdenes y de empezar a liderar. La clave del liderazgo es llevar a cabo las tareas asignadas fomentando las relaciones humanas. La verdadera autoridad no se funda en la imposición ni en el miedo, sino en la sinceridad, la integridad y la empatía con el prójimo.
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