Nemesis CO-CREADOR@
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| Tema: Espíritus de cadáveres embalsamados Sáb Mar 09 2013, 02:10 | |
| Hace muchos años existió en El Ávila una tenebrosa mansión a la cual eran llevados cadáveres para ser embalsamados. La casa perteneció al médico alemán Gottfried Knoche, quien llegó al puerto de La Guaira en 1840. Knoche nació en Halberstadt, en 1813 y se graduó en la Universidad de Friburgo en 1837. Se dice que fue traído por la numerosa colonia germana existente en esa época en La Guaira, a fin de que la atendiera médicamente. Una vez asentado, trae a su esposa, ejerce, y gana reputación como persona caritativa que atendía a los pobres sin cobrar. En 1845 revalida su título. Tiempo después, el gobierno de Juan Crisóstomo Falcón le asigna la misión de fundar el Hospital San Juan de Dios. Posteriormente, entre 1854 y 1856, es designado director del Hospital de La Guaira. Allí desarrolla una humanitaria labor contra la epidemia de cólera que asoló esa región. Knoche fue el inventor de una fórmula que permitía embalsamar cadáveres. Embalsamó no sólo a muchas personas que fallecían en el hospital, y que no eran reclamadas por ningún familiar, sino también a familiares, amigos, y hasta perros. Su técnica consistía en inyectar una especie de suero en la vena yugular de pacientes que estaban a punto de morir. El líquido circulaba por el cuerpo, conservando el cadáver sin necesidad de extraer las vísceras, logrando una perfecta preservación. Tales experimentos fueron iniciados luego que se retiró a vivir a El Ávila, acompañado inicialmente de un sirviente y una enfermera. Ya en ese entonces, prendado del follaje y del clima del frondoso lugar, había adquirido un terreno ubicado en el Picacho de Galipán, donde construyó una casona que bautizó como Hacienda Bella Vista. Amante de la naturaleza, durante sus primeros tiempos guaireños solía efectuar recorridos a caballo hasta las montañas de Galipán. La hermosa vista del litoral desde lo alto, y su fresco clima debieron ejercer en él una fuerte atracción, que le hizo adquirir esa posesión en aquel solitario lugar; en principio, para pasar los fines de semana. Más tarde, so pretexto de que a su esposa no le prestaba el calor de La Guaira, construyó una casa, similar a las de la Selva Negra, con amplio salón, chimenea, y habitaciones con ventanales que daban al mar. A cien metros de allí, instaló un laboratorio-mausoleo de seis criptas, para embalsamar cadáveres que eran retirados por las noches de la morgue del hospital, y subidos, a lomo de mula, a la casa situada en la ladera montañosa que da al litoral. Al morir su esposa, Knoche probó su fórmula por primera vez en seres humanos; impidiendo la descomposición de su cadáver. ¿Era acaso un científico loco cultor de la muerte? El laboratorio Knoche llegó a albergar los cadáveres de su esposa, su hija, su yerno, dos enfermeras y, finalmente, su propio cadáver, pues, había dejado una dosis preparada para que su enfermera Amalie Weismann se la suministrara. Amalie fue la última sobreviviente, y última en ser momificada en 1926, ya que, tras conocer su deceso, un conocido y Julius Lesse, cónsul alemán en La Guaira, subieron a la hacienda, le inyectaron la fórmula y la colocaron en la última cripta. Luego cerraron la puerta con llave, pero en lugar de tirarla al mar (según lo acordado con ella), la tiraron dentro del recinto. Después, los curiosos se introdujeron en la casona y, a partir de allí, comenzó el deterioro del lugar, del cual aún permanece el mausoleo vacío. Se cuenta que en las afueras de la casa permanecía como “vigilante protector” la momia de José Pérez, antiguo soldado de la Guerra de la Federación. Hoy día, como consecuencia del paso del tiempo, el olvido y la acción vandálica, de la vieja casa sólo quedan tenebrosas ruinas, pero… quizás el espíritu del soldado aún resguarda los espíritus de los muertos que fueron “trabajados” allí. Knoche es una leyenda llena de misterio que aún perdura. Murió en Bella Vista el 2 de enero de 1901, a los 88 años de edad, llevándose a la tumba el secreto de su fórmula. Después de morir Amalie, la casona quedó abandonada ya que ningún heredero se presentó, por lo que comenzó a ser saqueada por gente que fue destruyendo sus instalaciones. Hoy día, parte de sus paredes, marcos de puertas, la entrada principal, la caballeriza, un tanque, el laboratorio y el horno crematorio, son los últimos vestigios de la misteriosa posesión. La última persona que vivió allí, rodeada de muertos, fue Amalie. La gran mole del picacho hace que cese la brillante luz del litoral, siendo sustituida por la neblina. Dentro del mausoleo, los sarcófagos abiertos son mudos testigos de preguntas sin respuestas. En 1940, un excursionista vio el cadáver embalsamado de Knoche en su cripta, flotando en el agua, debido a que en el techo se había abierto una fisura. A medida que los vándalos siguieron destrozando el lugar, se fueron perdiendo equipos, muebles y material del laboratorio. Hoy día sólo quedan las ruinas de aquel sombrío recinto, donde quizás aún los espíritus de aquellos cadáveres deambulan por el tétrico lugar. En la actualidad, algunos excursionistas visitan las ruinas, incluso, pernoctando allí, adonde es relativamente fácil llegar con la ayuda de los habitantes de Galipán… ¿Se anima usted a visitarlo? insolitohz@gmail.com | |
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