A menudo nos encontramos con muchas personas que encuentran en las circunstancias externas la causa de todo lo que sucede en su vida. Estas personas utilizan expresiones y frases, que tratan de justificar por qué no llegaron nunca a conseguir lo que pretendían:
“Cuando era joven quería …., pero por diversos motivos tuve que abandonar esta idea”.
“Ojalá hubiera podido dedicarme a…, pero las circunstancias me lo impidieron.”
“Si por mi hubiera sido, jamás hubiera …, pero en aquella tesitura no tenía más remedio“.
“Mi vocación siempre fue la de…., pero la vida me fue llevando por otro camino.“
Para estas personas, la vida es algo que les viene dado. Es como una serie de situaciones y circunstancias que van aconteciendo irremediablemente.
Es cierto que la vida nos viene dada, puesto que nos encontramos con ella cuando nacemos. La vida no es algo que nos demos a nosotros mismos. Nos la dan nuestros padres.
Sin embargo, la vida (que nos ha sido dada) no está hecha. Hay que hacerla por completo. Necesitarmos hacerla nosotros mismos cada día.
Por eso la vida es quehacer, un quehacer continuo, cotidiano.
Ya lo dijo Ortega y Gasset: “La vida es un gerundio (faciendum) y no un participio (factum)“