Este planeta está asociado en la mitología griega con Zeus, el dios de los cielos, aquel que gobernaba el espacio celeste e infinito. Lo sabía y lo veía todo ya que desde su perspectiva podía observar lo que acontecía en la Tierra, dando entonces protección a los débiles y castigo a los malévolos. Se lo adoraba como el Gran Preservador de la Vida.
Su mayor conflicto lo constituía su celosa esposa Hera. Esta le impregnaba el alma de una extraña sensación de restricción a su abultada vida extramatrimonial. Zeus, incansable, seducía tanto a diosas como mujeres mortales y por qué no algún que otro joven.
De estas incansables aventuras amorosas surgieron numerosos hijos que Zeus dejó a cargo de otros para ser criados y educados.
El sector de la carta donde se emplace Júpiter va a indicar en qué aspecto de nuestra vida vamos a necesitar explorar y crecer. Dónde vamos a buscar expresarnos en modo abundante, expandirnos.
Júpiter nos hace sentir que nunca es suficiente, nos brinda su entusiasmo, a veces demasiado entusiasmo, tanto, que nos impide ver las cosas con claridad y evaluar a conciencia los riesgos o consecuencias de una acción.
Júpiter representa al guardián de la ley, la justicia y la religión, la expansión social, cierta forma de sabiduría y también los excesos.
Su ciclo completo dura casi doce años, con lo que va a regresar a su posición natal a los doce, veinticuatro, treinta y seis, cuarenta y ocho, sesenta, setenta y dos y ochenta y cuatro años. Todas éstas son edades críticas respecto de las llamadas en astrología “crisis de la edad”.
Considerando a este planeta como la capacidad de relacionarse, cada uno de estos ciclos, entonces, va a simbolizar cambios importantes en las relaciones que existan en el momento que estamos viviendo.
Júpiter simboliza nuestra forma de comunicarnos con nuestros vínculos, tanto aquello que brindamos a la relación como lo que esperamos de ella y del otro.
Los modos de vincularse de uno pueden ser estudiados por la posición de éste planeta por casa y por signo en la carta natal, así como por sus aspectos y relaciones para con los demás planetas.
Pero también Júpiter nos va a indicar en cada uno de sus ciclos cómo asimilamos nuestro proceso de maduración.
Por ejemplo, en el primer retorno de Júpiter a su posición natal, cerca de cumplir los doce años, el niño o niña comienza a percibir los cambios en su cuerpo que lo va a llevar a conformar su sexualidad y su forma corporal de adulto. Ingresará o a un nuevo ciclo de su escolarización o estará culminando su primer ciclo.
A esta edad, comienza el individuo a prepararse para su vida adulta, la relación con sus pares cobra mucha importancia así como el diferenciarse de sus padres.
En muchas culturas se separaba totalmente al joven de su madre para formar parte de una ceremonia mediante la cual se lo incorporaba al grupo de los hombres. Nuestra sociedad en general carece de rituales que acompañen este proceso, y en consecuencia, el adolescente experimenta un dolor emocional al tener que pasar por este proceso de maduración sin ningún apoyo ritual por parte de sus padres o de la sociedad en la que vive.
Júpiter con sus tránsitos va a dar forma y va a afianzar el significado que le damos a nuestra vida, las reglas y las leyes superiores que nos dicta nuestro Maestro Interno sobre las cuales basamos nuestra existencia y las que nos dan guía para elegir los caminos a transitar.
Autora: Valeria Correia Nobre