Hay ciertas actitudes que nos hacen más difícil la comunicación. Si queremos aprender a hablar con el lenguaje del amor, debemos renunciar a:
Reaccionar de inmediato: Puede ser que tu reacción esté realmente motivada en situaciones del pasado, que ya no tienen lugar, pero que al recordarlas hacen que no permitas en otra persona una oportunidad para corregir.
Usar expresiones insultantes: No las uses ni con los demás ni contigo mismo. No uses esas frases demoledoras que saben llegar justo a la herida de quien te habla.
Cortar la comunicación: Terminar abruptamente una conversación es una forma de violencia contra el otro, igual sucede con los monólogos, en los que siempre quieres dar la última palabra, y abandonas dando la espalda.
Cantaleta: Sermonear constantemente, perseguir a otro para obligarlo a que te escuche, manipular la conversación.
Volver al pasado: Retomar heridas o discusiones del pasado para abordar un acontecimiento presente es no permitir la sanación en la relación, la mejor herramienta para mantener una comunicación limpia es el perdón.
Ironía: No uses frases irónicas, con ellas disfrazas de agresividad lo que quieres decir y hace que tu comunicación se torne violenta.
Necesidad de tener razón: La lucha por la razón te aleja de los demás, ganar la pelea por la razón no te hace feliz.
Justificarse: Dar explicaciones, aún sin que te las pidan, muestra que te has sentido atacado y produce una reacción que combina rabia y miedo.
Desaprobar los sentimientos: Respeta los sentimientos de los demás, comparte y explora un poco más para conocerle mejor y poder entenderle.
Ser infalible: En ocasiones tendrás que aprender a ceder para llegar a un acuerdo, tú también te puedes equivocar.
Levantar la voz: El amor no grita. Cada vez que hablas con gritos estás agrediendo a tu interlocutor.
Mensajes disfrazados: Habla con claridad, no utilices las indirectas para expresarte.
Discutir por cualquier cosa: Bajo una discusión que se ha vuelto repetitiva, se esconde un motivo totalmente distinto al que aparentemente creó la discusión, pero del cual no se expresó nada en el momento indicado y del cual guarda y queda aún algo por decir.
Acumular agravios: Habla en su momento de lo que te ha molestado de otra persona, no acumules motivos para discutir luego y facilitar que la situación sea peor.
Vencer en la discusión: Al ganar una discusión puedes perder más de lo que te imaginas.
Amenazar o culpar: Ambas cosas son jugar con las emociones de los demás y aprovecharlas en beneficio de tu ego.
Asumir: No permitas que las dudas te hagan suponer o asumir algo que no entiendas.
Pregunta y aclara para que tengas seguridad en lo que hagas.
Comentar con otros la discusión: No involucres a terceros en la discusión.
No busques que otros intercedan por ti, ni que se conviertan en tus defensores.
Todas las anteriores son actitudes que dificultan la comunicación y por ende, nos separan de los demás, y del amor.
Cada persona que encontramos en nuestro camino es una oportunidad de aprender.
Si hay alguien en tu vida con quien es más difícil relacionarte míralo como tu maestro, porque es quien te muestra el límite de tu amor, hasta donde eres capaz de amar a alguien.
Por esa misma razón es más importante ver que percibir.
Todas las personas dan amor o piden amor en todas las situaciones de su vida.
Cada agresión que recibas mírala como una petición de amor y respóndela con el lenguaje del amor. Porque cada vez que respondes con ataques te estás atacando a ti mismo.
Perdonar es ver de otra manera, desde tu corazón.
No podemos pasarnos la vida esperando que los demás cambien, lo que más nos molesta de los demás es lo que nosotros mismos tenemos que mejorar, la agresividad que ves en otro es la tuya propia.
Aplica estos pequeños consejos y verás cómo mejora tu comunicación.
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