1. Consideraciones generales
El ser humano del momento actual, se enfrenta a un medio externo complejo, donde los estímulos lo superan generándole desajustes del orden cognitivo-emocional. Ese estado de contradicción, de sin sentido y de vacío de sí, es la forma que toma el sufrimiento para expresarse. De esta situación, surge la necesidad de realizar trabajo interno a manera de desarrollo personal, para dar respuestas nuevas a un medio cambiante e inestable.
Esta propuesta es una invitación a afrontar el sufrimiento a través del ejercicio interior, con el objeto de lograr desarrollo personal a través del contacto con lo original y auténtico que poseemos como seres humanos, en un acto de gestión del sentido de vida. ¿Qué gestión y cuál sentido?... La gestión de mi propia vida y el sentido que yo le pueda dar. Tomemos el caso de una persona que se da cuenta que está confundida, vive tensionada, sufre, se siente mal, y por esa razón le interesa su situación en particular. Tal persona, se observa y reflexiona acerca de su condición porque desea cambiar. Al reflexionar, se da cuenta que es dependiente del medio. Se da cuenta que cuando responde con violencia, la violencia se vuelve contra ella misma. Cae en cuenta que haga lo que haga, depende del medio, por lo tanto; inicialmente se preocupa acerca de lo que le rodea, no por los otros sino por ella misma. Finalmente, se da cuenta que el acto de transformar su situación le implica transformar el entorno que le rodea, y para lograrlo, identifica en otros la situación que padece.
Sin embargo, ¿Cómo podrá tal persona transformar el medio que le rodea? En primer lugar, atendiendo su propia situación, buscando la raíz de sus problemas, comprendiendo los climas, las tensiones y compulsiones que le agobian para convertirse en un ser positivo. Se trata de estar atento con respecto a su desempeño negativo, porque toda situación por mala que parezca, tiene un lado positivo, y en la medida en que se convoca en forma repetida el acto positivo, el poder del actuar para hacer negativo se transforma en positivo.
Veamos qué pasa con el medio. Sí observo el medio, veo personas que se quejan. Entonces, aplico el mismo principio de asumir el aspecto positivo. Por ejemplo: Si una persona se acerca a mí para confiarme sus desgracias, busco orientar su situación hacia el lado positivo. Si ella sólo me quiere hacer su cómplice, no me interesa. De esa manera, afirmo una dirección clara de ser en el mundo, de esa manera, me muevo en el medio…, y eso mismo será lo que de una u otra forma me devolverá el medio.
“Un motivo evidente en la proliferación del dolor y del sufrimiento es la inclusión social de la competencia entre las personas”[1]. ¿Por qué sí los seres humanos somos únicos, incorporamos el sentimiento de aniquilar a otros, de derrotarlos, de sentirnos superiores? Sencillamente, lo hacemos para crear estados de superioridad e inferioridad, que son los estándares que indican que tan exitoso o fracasado se es. Y esta noción, asumida como visión de futuro, ha generado contradicción, incoherencia y vacío de ser para hacer, porque la fuente del éxito no está fuera sino dentro de cada ser humano.
El manejo del sufrimiento como todo manejo, es algo que se domina, que se logra, y en nuestro caso, que transforma. El trabajo interno ayuda a liberarse así mismo, en un mundo donde la competencia por ser y hacer es estresante. Manejar las tensiones y el estrés que producen, se convierte en vivencia de transformación, inherente a la transformación de la persona. La persona no es algo estático. La persona está en continua posibilidad de cambio individual y social.
Cuando de cambiar se trata, es válido asumir que “las viejas ideas no son fundamento suficiente para establecer nuevas ideas”[2], porque con el paso del tiempo, lo nuevo se convertirá en continuidad de lo viejo que se desea superar. En el sentido del cambio verdadero, cuando nos desconectamos de sí mismos para superar lo viejo, estamos realizando un acto de rebeldía, y solo es válido, ese momento en que rompemos con todo para comenzar una nueva vida, desde un nuevo punto de partida y nuevas metas para construir un nuevo futuro. Es el caso del cambio de pareja. Si quedan cenizas, difícilmente se podrá lograr.
De igual manera, el trabajo interno no sólo tiene que ver con el cambio en cada una de las personas, tiene que ver también con el cambio en los grupos en que se desenvuelven las personas. Los grupos no son algo fijo, como las cosas, y están en transformación continua. La consecuencia de manejar el dolor y el sufrimiento, influye los cambios en las personas y en los grupos, porque los seres humanos tienen memoria individual y memoria colectiva, realizan vivencias personales y vivencias grupales, poseen inteligencia individual e inteligencia social, y además, conviven en sociedad.
Realizado de manera permanente, el trabajo interno se convierte en un estilo de vida, porque es un modo de comunicarse las personas consigo mismas, sin divisiones entre lo que piensan, lo que sienten y lo que hacen, debido a que la persona que maneja sus tensiones, logra coherencia, y al asumir este manejo como opción de vida, solo busca ser mejor persona a partir del desarrollo de sí mismo, que como herramienta de paz interior y de búsqueda del propio ser-hacer, realiza un acto de conciliación consigo misma. De ahí que afrontar el dolor y el sufrimiento, se condensa en un solo concepto: “Tener libertad para ser uno mismo, con el objeto de afirmar la capacidad para desempeñarse en un mundo tensionante”[3].
El valor pedagógico de este trabajo, constituye una forma práctica de saber quien y qué se es, aprendiendo a reconocerse como lo que verdaderamente se es, con el objeto de desarrollar creatividad para el cambio personal, y así disfrutar del valor de sí mismo, logrando paz interior, liberando tensiones, superando estados negativos al conciliarse consigo mismo, porque el mejor ser humano es aquel que disfruta de su propia vida, y por medio de su integridad, adquiere la capacidad para asumir con responsabilidad las consecuencias de su desempeño personal.
Así mismo, sí partimos del concepto que “la vida es el resultado de la tensión entre opuestos”[4], siempre estaremos influidos por la tensión y la búsqueda de equilibrio será algo difícil, no solo de lograr sino de mantener, debido a que el equilibrio mal orientado se convertirá en manifestación de neutralidad, que repetida en el tiempo; se volverá indiferencia, y la indiferencia es inactividad, por la fuerza de la razón o de la sin razón que la imponga. Esto es debido a que la indiferencia hacia sí mismo o hacia los demás, neutraliza la razón de ser y de existir como potencial de realización individual y/o colectiva, que es el nombre que toma el acto de pensar, sentir y actuar para hacer, asumido como poder interior que se denomina integridad, o conciencia de sí mismo...
Desde esa condición, se estará en equilibrio no cuando se neutralice las acciones negativas con las positivas, sino cuando se comprenda las negativas para afirmarse en las positivas. Esto se debe a que lo negativo y lo positivo en el ser humano, existen como uno solo... Son uno al mismo tiempo, y son parte de la forma de pensar, de la manara de sentir y del hacer para actuar humanos. Al ser uno, no predomina ninguno. De ahí que el ser humano necesite de la tristeza tanto como de la alegría, requiera de la duda tanto como de la certeza, porque es en la duda donde surge la certeza y es en la certeza que vuelve a aparecer la duda. De esa manera, el equilibrio no consiste en evitar los extremos, sino en no elegir ninguno de ellos para quedarse, por esa razón, la expresión de equilibrio es dinámica, se configura en el pensamiento, se consolida en las maneras de compromiso con aquello que se desea hacer, y se manifiesta durante el actuar para hacerlo.
Para quienes adquieren ese estado de expresión en el equilibrio pensamiento-intención-acción, el trabajo interno conforma una sencilla propuesta para alcanzar su integridad, y se manifiesta como un paso al interior de sí mismo, que hay que dar en algún momento de la vida, y que en el momento actual, más que una idea, es la búsqueda de una nueva sensibilidad con relación a un nuevo sentir en el camino de educar el acto de actuar para hacer.
De esa manera, sí va a cambiar la persona, es porque también va a cambiar una sensibilidad humana (querer ser), que se ha consolidado en ella. De manera que es inútil que se pongan en marcha nuevas ideas porque detrás de eso las personas sospechan que esas nuevas ideas nada tienen que ver con el trato cotidiano hacia ellos. Ese clamor que está cada día más arraigado en las personas, existe de modo difuso y dominado por la incertidumbre, dicho clamor necesita tomar dirección, y el trabajo interno puede ser una de muchas direcciones.
Para aclarar este concepto, si vemos a cada persona, vemos que esa persona tiene un gran vacío, esa persona tiene una división interna entre sus ideas y lo que quiere ser. Esas personas aisladas y divididas interiormente, tienen una misma sensibilidad que seguramente ganará espacio con el tiempo. Ese espacio no se puede plantear en términos individuales porque tiene un alcance social, y el trabajo interno; constituye una intención del proceso educativo para penetrar y expresarse en ese espacio social.
Hablamos de búsqueda interior sobre la base del no conocimiento de sí mismos, porque quien se conoce a sí mismo no requiere de buscarse, y por lo mismo, tampoco de explorar su mundo interno. De igual manera, si creemos que ya nos conocemos a sí mismos, nunca lograremos re-conocernos a través de la búsqueda al interior, debido a que es obvio que deja de existir la razón y el motivo de dicha búsqueda.
Del mismo modo, sí el conocimiento del mundo externo predomina sobre el del mundo interno, nunca nos conoceremos y además, comprenderemos muy poco lo que nos suceda. Viviremos con una coraza que nos impedirá buscarnos a nosotros mismos, a partir de sí mismos. Sí pensamos que ya nos conocemos, ese “conocimiento” no permitirá conocernos verdaderamente, y si este predomina en el ser-hacer cotidiano, difícilmente se adquirirá la conciencia de sí mismo. Este hecho, que parece trivial a los ojos de quienes han iniciado el camino de la exploración interior, es incomprensible para quienes desde la lógica y la razón, se preocupan por “saber” la realidad de sí mismos, debido a que desde la acción cognitiva no es fácil comprender la relación interior-exterior como un todo.
Cuando el mundo interno y el mundo externo conforman una íntima y coherente relación, se disfruta de vivir, porque esta relación de coherencia conforma la psicología personal, desde donde se implica maneras de cambiar para comprender lo que nos pasa y por qué nos pasa. A su vez, cuando se dividen los mundos, se sufre de ansiedad, de temor y de miedo, hasta la inacción. Vale señalar que el acto de vivir es con frecuencia una acción de extremos. De ahí que sea difícil conservar por mucho tiempo, la armonía y la coherencia de los actos.
De ese estado cognitivo-emocional, surgen desproporciones como la contradicción entre lo que se piensa, se siente y luego se hace. Por ejemplo: Mientras se busca el valor material, generalmente se olvida el valor espiritual, ignorando que: “todo debe marchar en conjunto y no aisladamente”. En este caso, se tiene éxito pero no se es feliz. Por esta vía, llegamos a estar tan llenos de conocimiento, hasta el punto de no saber quienes somos, unas veces nos creemos superiores y otras inferiores, mientras nos alejamos de ser nosotros mismos, al ignorar que no hay superior así como no hay inferior, porquecada uno es por sí mismo. Su ser es único y su talento es único. De este reconocimiento surge la valoración del respeto, el cual conlleva a la participación, y la conciliación para la convivencia.
Considerar el trabajo interno como la posibilidad de explorar tanto el mundo exterior como el mundo interior del ser humano, implica asumir que sí el ser humano responde de manera integral por ser un todo mente-cuerpo, el dolor y/o el sufrimiento, atacará todo su ser-hacer, o si es la consecuencia de muchas partes separadas, entonces la fuerza y la dignidad serán anuladas, porque las tensiones producen un sentimiento de frustración, contradicción y vació de sí. Condición que llevará a estados estresados, donde la energía positiva se transforma en negativa para dar paso al conflicto entre su ser y su medio, entre su ser y los otros, y entre su ser y su sí mismo, estado en el que para liberarse, cada uno necesariamente deberá explorar hacia dentro de él mismo.
Obras consultadas
OSHO. El Gran Libro de las Revelaciones. ALAMAH. Colección Espiritualidad. Bogotá. 2006.
RODRIGUEZ, Luís Gerardo. POR UNA EDUCACION CON SENTIDO HUMANO. Palabras de Instalación del I Congreso Distrital sobre Pedagogía Humanista. Bogotá. 2001.
[1] OSHO. El Gran Libro de las Revelaciones. ALAMAH. Colección Espiritualidad. Bogotá. 2006.
[2] OSHO. El Gran Libro de las Revelaciones. ALAMAH. Colección Espiritualidad. Bogotá. 2006.
[3] RODRIGUEZ, Luís Gerardo. POR UNA EDUCACION CON SENTIDO HUMANO. Palabras de Instalación del I Congreso Distrital sobre Pedagogía Humanista. Bogotá. 2001.
[4] OSHO. El Gran Libro de las Revelaciones. ALAMAH. Colección Espiritualidad. Bogotá. 2006.
"Al cumplir un sentido, el ser humano se realiza a sí mismo"
Víctor E. Frankl.
Autor: Luís Gerardo Rodríguez