Todos tenemos una misión en la vida: perfeccionarnos y ser felices. Para alcanzar esta
meta poseemos la capacidad de escoger entre muchas alternativas que nos lleven a eso que deseamos. A lo largo de toda nuestra vida no hemos dejado de elegir. Al ser los únicos en la creación con esta capacidad de elección nos sugiere que tenemos también un propósito; algo importante, fundamental y trascendente como objetivo. Cada uno de nosotros tiene uno o varios talentos y a cada uno le corresponde hacer una introspección para averiguar cuales son sus deseos y sus capacidades para desarrollarlas.
A lo largo de nuestra vida hemos estado aprendiendo, evolucionando, progresando y el hecho de llegar a ser adultos no detiene este proceso. No importa la edad siempre es posible cambiar y aprender nuevos comportamientos, manejar nuevos pensamientos y sentimientos que nos beneficien. Si crees que porque ya eres un adulto ya no tienes que aprender más ni voy a evolucionar más estás equivocado. Muchos se creen ya hechos y terminados como están. Estamos rodeados de todo tipo de cosas maravillosas que podemos obtener, de actividades que hacer y de novedades que aprender, lo único que necesitamos es en primer lugar estar conscientes de qué quieres lograr en la etapa de la vida en la que estás. Una vez que te das cuenta cuál es tu estado presente y sobre todo cuando notas que este estado es insuficiente para ti, entonces podrás dar el paso para un estado deseado.
Para dar ese paso al estado deseado necesitas de algún recurso. Así como si quieres ir a la playa, pues necesitarás cambiar de este estado presente de estar en la ciudad y moverte para llegar a la playa. El primer paso es desear ir a la playa y después buscar los recursos necesarios para lograrlo. En este caso los recursos pueden ser la organización, la manera y el momento para ir a la playa. Por supuesto que son necesarios ciertos recursos materiales para poder llegar pero también se requiere tener una motivación para lograrlo. Si la playa no te motiva, pues no moverás ni un dedo para llegar allá. Es por ello que la motivación es una parte importante del proceso para lograr tu objetivo.
Una vez que tengas la motivación podrás actuar. La acción es la última parte del proceso para llegar al estado deseado. Inconscientemente así hemos funcionado para lograr cualquier cosa. De ahora en adelante puedes ser más consciente de donde te encuentras y a donde quieres ir. Todo proceso conlleva algún tiempo y pasos a seguir. Sobre todo se necesita mandar los mensajes correctos a la mente para que los lleve a cabo. Si piensas, en el caso de querer ir a la playa, que probablemente vaya a llover, que es posible que el carro se descomponga o que es muy pesado el camino probablemente no hagas nada, ya que esos pensamientos sólo sirven para boicotear tu propósito.
Esos pensamientos te frenarán y en vez de motivarte, estarás desmotivado. Sin motivación no hay energía y te quedarás donde estás. Lo más importante es darte cuenta donde estás en este momento y cómo te sientes. ¿Estás satisfecho contigo mismo, estás contento como estás? O ¿hay algo que quieres hacer o cambiar? Quizá hablamos de ser más paciente, más organizado, más comunicativo. Con honestidad date cuenta cómo te sientes hoy.
Hay un ejercicio que puedes hacer para ayudarte con técnicas de Programación Neurolingüística (PNL) para lograr estos cambios con relativa rapidez. Es enseñarle a tu mente lo que deseas y cómo lo puedes lograr.
Te recomiendo que pongas dos papeles en el piso y que uno sea tu estado presente y el otro tu estado deseado. En el estado presente siente tu falta de paciencia u organización, o aquello que no te agrada. Ahora da un paso al estado deseado. ¿Cómo serías con más paciencia y con más organización? ¿De qué manera cambian tus sentimientos? Si te sientes mejor en tu estado deseado, regresa al estado presente. Desde ahí piensa qué necesitas para lograr ese estado deseado. Necesitas recursos, ¿cuales serían estos recursos? Por recursos nos referimos a tolerancia, comprensión, disciplina, amabilidad, flexibilidad, entre otros. Busca a ver cual recurso necesitas para que te ayude para trasladarte del estado presente al estado deseado. Visualiza cómo serás con tu recurso en el futuro y verifica si eso te motiva. Si te motiva y estás a gusto con esa visión de ti mismo, da el paso y métete en el estado deseado con tu recurso en mente. Vive la experiencia como si fuera hoy.
Es un esfuerzo que vale la pena. Y verás lo sencillo que es enseñarle a la mente lo que uno quiere. Este ejercicio lo puedes repetir todas las veces que quieras hasta que tu mente ceda. Toma tu tiempo para realizarlo, visualiza y medita bien las cosas para conseguir mejores efectos. Muchas veces por programas anteriores tenemos interferencias que sin darnos cuenta, nos boicotean.
Por último verifica la ecología de tu cambio. Verifica que nadie sea afectado negativamente por tu cambio. Asegúrate que el cambio que quieres hacer sea bueno para ti y bueno para las personas que te rodean.
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