En nuestra vida diaria comúnmente nos encontramos con personas que nos comentan sobre sus planes, proyectos y las dificultades que enfrentan para lograrlos. Más aun, nos sorprende el hecho que nos comuniquen sobre su incapacidad de identificar la razón de sus tropiezos.
Si nos tomamos el tiempo necesario para compartir con ellos podremos darnos cuenta muy fácilmente que en realidad ellos mismos no tienen una idea clara respecto a como emprender lo que desean lograr. Es decir, nos hablan de sus ideas y vemos como se encuentran basadas en ideales, cuando nos cuentan sobre su plan para lograr lo que desean, encontramos entonces que no se ajusta a la realidad de sus ideas, contradiciendo algunas veces a sus pensamientos, y al verles obrar, nos percatamos que el camino que toman no es el más idóneo para alcanzar su propósito.
Es evidente entonces que estas personas piensan de una manera, cuando nos comentan estos mismos pensamientos pareciera que hablaran de otra cosa y al actuar dan la impresión de perseguir objetivos totalmente distintos a los que nos comunicaron. En otras palabras podrían beneficiarse de armonizar sus pensamientos, palabras y acciones.
Es importante establecer la relación que existe entre nuestros pensamientos, palabras y acciones. Cualquier pensamiento que surja en nuestra mente es una acción en potencia, nuestras palabras pueden darle o quitarle fuerza y de nuestras acciones depende que se concrete o no en hechos reales.
Las obras por lo general comienzan como simples ideas en la mente de alguna persona, quien al hablar de ellas, en forma positiva y con las personas correctas, las alimenta y así adquieren la fuerza necesaria para posteriormente facilitarle el emprender la acción y poder concretarlas.
Si podemos lograr armonizar nuestros pensamientos, palabras y acciones, podremos realizar un cambio notable en nuestras vidas, volviéndose estas más sencillas y facilitándonos alcanzar nuestras metas y el compartir con las personas que nos rodean; pues teniendo más armonía internamente es solo natural que esta se extienda a nuestro alrededor.
Lograr esta armonía es muy sencillo, solo necesitamos observarnos cuando pensamos, hablamos y actuamos, vigilando que exista concordancia entre lo que pensamos decimos y hacemos. Esto a su vez pone en relevancia patrones de conducta que hasta ahora pasaban desapercibidos y tal vez a la luz de esta nueva forma de ver la vida puedan parecernos deseables de mejorar, de ser así, estaríamos dando pasos adicionales para atraer la armonía a nuestras vidas.
Comienza entonces un proceso de crecimiento interno en el cual nos volvemos cada vez más conscientes de nuestra responsabilidad en relación a la calidad de vida en nuestro entorno y de la capacidad que tenemos para lograr un cambio si nos proponemos tan solo poner nuestro granito de arena para mejorarla.
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