Cuando pretendemos ponerle una imagen en nuestra mente a la palabra libertad, supongo que pocos de nosotros pensamos en un estrecho ascensor, en una sala de espera o en un despacho.
Lo más seguro es que imaginemos un lugar abierto, amplio, en el que corra el aire. Un lugar hermoso, donde sintamos armonía, donde la luz ilumine nuestros miedos y dudas, y respiremos despacio, cada vez más serenos.
Y, sí, el lugar influye en que nos sintamos más o menos libres, pero la verdadera libertad viene de dentro y la podemos experimentar incluso dentro de cuatro paredes. Lo que no quiere decir, ni mucho menos, que nos privemos del placer de respirar libertad en espacios abiertos.
Por ejemplo, se puede sentir una maravillosa sensación de libertad en situaciones como éstas:
Cuando das por terminada una situación o relación que te ha estado atrapando por largo tiempo.
Cuando decides prescindir del sentimiento de escasez en tu vida. El poder lo tienes tú, no quien intenta convencerte de que sin un Ferrari jamás serás feliz.
Cuando eres espontáneo y sigues eso que te dice el corazón, en lugar de inhibirte y lamentarte indefinidamente.
Cuando luchas por tus sueños o quizás por tus pequeñas metas, porque así lo has decidido tú, sólo tú.
Cuando te alejas del camino más transitado y vas porque el que tú quieres, contento y a tu ritmo.
Cuando te tomas un día para ti; para cuidarte y recuperar energías.
Cuando dices que NO a quien te pide algo excesivo, en vez de bajar la cabeza y cumplir con todas las demandas que te hagan.
Hay momentos en los que respiramos libertad y, aunque los vivamos metidos en un cubículo, dentro de nosotros sentimos un enorme espacio abierto, una satisfacción impagable.
Siéntela, respírala, saboréala y recréate en ella. Además de que merece la pena celebrarla, esta sensación te inspira para vivir siendo tú mismo; cada día más libre.
http://tusbuenosmomentos.com/2012/10/libertad-interior/