Podemos pensar que una autoestima sana es la que nos anima a dejar un hábito o cambiarlo por otro. Tiene su lógica: Si tú te quieres a ti mismo, verás la manera de estar mejor.
Sin embargo, respondiendo a la pregunta del post, una buena autoestima no es imprescindible a la hora de plantearse el cambio.
Lo más importante es tener un motivo sólido, de donde arranque la fuerza de voluntad necesaria para lograr el objetivo. Y ese motivo no tiene porqué estar relacionado con la autoestima.
Por ejemplo, puedes desear cambiar un hábito para dar buen ejemplo a tus hijos. O, quizás, porque te parezca una buena idea a la hora de adaptarte a un grupo.
Cuando el motivo es lo suficientemente poderoso:
surge la decisión de cambiar,
trazas el plan de acción,
se activa la fuerza de voluntad
y estás preparado para tropiezos e inconvenientes que surjan en el camino.
El intenso deseo de cambio y la fuerza de voluntad son suficientes.
Pero también será de ayuda esa área de la autoestima llamada autoconfianza. Es decir, tener la convicción firme de que puedes llevar a cabo el plan de cambio. Especialmente, si has decidido cambiar algo de una vez por todas después de haber fallado en intentos previos.
Por tanto, no te preocupes si has decidido cambiar un hábito y tu autoestima no está en plena forma. Apóyate en tu fuerza de voluntad.
Porque (y aquí viene lo bueno), cuando logres tu propósito, tu autoestima se verá beneficiada. Y, a cada logro que sumes, seguirá fortaleciéndose.
Así, entrarás en una dinámica muy beneficiosa.
Fuente: Do You Need Self-Esteem to Change a Habit? (Psychology Today)