Nadie es perfecto. De acuerdo. Pero qué difícil es aceptar algunas de nuestras imperfecciones. Qué miedo dan…
Miedo por si, debido a ellas, no les gustamos a los demás. Miedo por si no nos aceptan o nos critican. Miedo por si nuestras debilidades y carencias llegan a separarnos de lo que deseamos.
Superar miedos
Ésa sería la primera ventaja de aceptarnos a nosotros mismos con nuestras virtudes y defectos: Nos deshacemos de miedos, que lo único que harán por nosotros es que vivamos más estresados y descontentos.
En definitiva, abrazamos nuestra humanidad, lo que implica concedernos permiso para ser imperfectos y cometer errores.
¿Y ya está? No. Aceptar los defectos propios también es bueno porque ellos son el punto de partida para cualquier mejora.
Avanzar
Si no se conocen, se aceptan y se asimilan los defectos, ¿cómo avanzar en la dirección que queremos?
Son los defectos y carencias los que nos impulsan a aprender, a crecer, a mejorar, a crear, a intentar algo nuevo…
Porque lo perfecto no necesita avanzar. Ya es perfecto.
Mejorar las relaciones
Y hay una tercera gran razón: se benefician nuestras relaciones.
La primera relación en mejorar, por supuesto, es la que tenemos con nosotros mismos, ya que somos capaces de sentir respeto, compasión, amor por la persona que somos.
Y esa conciencia y aceptación de los propios fallos y defectos también nos hace más comprensivos con los de los demás.
No sólo eso. Además nos convertimos en un referente (un buen ejemplo para los más jóvenes, especialmente). Estamos mostrándole al mundo que cada ser humano es valioso, a pesar de sus imperfecciones y gracias a ellas.
Quien nos mira ve a una persona que se quiere tal y como es, sin necesidad de ser perfecto.
¿No te parecen buenas razones?
http://tusbuenosmomentos.com/2012/06/aceptar-defectos/