Todo comienza a modificarse a través de la vía de la gratitud. ¿Qué pasaría si comenzáramos a agradecer las desgracias, las personas que llegan y nos lastiman y las cosas que no obtenemos?
Bienvenidos sean los desafíos, pues de ellos saldrán las semillas de un árbol frondoso y fuerte. Si analizamos nuestras malas rachas nos daremos cuenta de la maravillosa oportunidad que tuvimos para aprender, modificar patrones, ser más fuertes y crecer. Todas esas vivencias, sin excepción alguna, han sido empujones energéticos para realizar el salto cuántico tan necesario.
Yo me pregunto ¿por qué le tenemos tanto miedo a los golpes de la vida, a los tropezones, a los baches? Creo que deberíamos de ver que son las hermosas oportunidades que Dios, el Universo o el Cosmos nos dan para avanzar y para ser cada vez más puros y honestos con nosotros mismos y por ende con los demás.
Desde pequeños nos han enseñado, en inicio, a temer, cuando en realidad el miedo es algo fabricado por el hombre para tener control y en segundo a creer que las cosas “negativas“nos harán daño.
Todo comienza a modificarse a través de la vía de la gratitud. El problema es que solo agradecemos las cosas bellas, las llegadas luminosas, los logros, los amores hermosos, pero ¿qué pasaría si comenzáramos a agradecer las desgracias, las personas que llegan y nos lastiman y las cosas que no obtenemos?
En principio le dejaríamos bien claro al Universo que somos capaces de dejar de ser egoístas, niños caprichosos que sólo son felices cuando las cosas salen como ellos quieren. Después le quitaríamos a los sucesos el falso valor de “malo“abriendo la posibilidad de ver el aprendizaje que guardan para nosotros en lo más profundo de su ser.
¿Qué pasaría si empezamos a tomar todo esto como enormes regalos que llegan a nosotros en una fea envoltura? Si los peláramos como capas de cebolla, descubriríamos pepitas de oro.
Hagan un recuento de todos esos obsequios mal envueltos que han llegado a su vida y vean todo lo bueno que les trajeron, a final de cuentas. El verdadero obsequio está en la esencia y ésta a veces se disfraza de catástrofe. Transitemos en las oscuridades pues en ellas se encuentran las semillas de la luz.
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