En líneas generales no es fácil discriminar entre las emociones propias y las ajenas.En una pareja es imprescindible aprender a hacerlo, porque en la diferenciación, dicen los especialistas, radica la verdadera posibilidad de un vínculo sano.
xisten parejas que siempre están juntas, van juntos al supermercado, al cine, a buscar a los hijos, a visitar a sus familiares, a los encuentros con amigos de adolescencia, a las fiestas de fin de año con los compañeros de trabajo, a caminar los fines de semana, a mirar vidrieras al shopping, a comprar zapatos, a llevar el auto al taller y también se quedan juntos en sus casas, miran el mismo programa en la tele, gustan de las mismas comidas, simpatizan con la misma gente, piensan lo mismo de la realidad social, opinan lo mismo del vecino. Sin embargo, todas estas actividades o puntos de vista en común no significan que estemos ante un caso de relación armónica, por el contrario, en este modelo de pareja se esconden generalmente otros móviles y lo normal es que ambos se sientan insatisfechos y agobiados.
Por qué se establece, entonces, este tipo de vínculo? Según los especialistas, existen dos modelos o fundamentos de la pareja simbiótica. Uno de ellos es de carácter ideológico, resultado de la concepción de "la media naranja" o "pareja ideal" típica del romanticismo del siglo XIX, mediante el cual una vez que se encuentra al "otro" a "su mitad" es inadmisible pensar en un momento de separación. En segundo lugar, existe otro modelo denominado "patológico", en donde por miedos, principalmente a la vida, a una vida propia, las parejas se refugian uno en el otro y necesitan permanentemente reconfirmar esa "unión". De ahí que se pregunten todo el tiempo: me querés?, o el varón se oponga a que la novia tenga otros amigos o la mujer necesite llamarlo cinco veces por día a la oficina.
"Para entender esta problemática habría que definir en principio a la pareja saludable, que es la unión de dos personas discriminadas y complementarias (ver recuadro). En la simbiosis es lo contrario, lo que implica la anulación de la individualidad. Las parejas simbióticas no sólo no pueden disfrutar del vínculo sino que sus integrantes creen que en la anulación de su individualidad están demostrandole al otro que lo aman... Tiene que ver con el miedo a la vida porque asumir la autonomía, ser uno mismo, es una responsabilidad que muchos prefieren evitar. Las parejas afines y con un vínculo sano comparten sus aprendizajes, luchas, logros pero con aspectos diferenciados, porque no se puede crecer pegado al otro"- explica la doctora Lía Lerner, psicoterapeuta y directora del Centro de Pedagogía Permanente "Lía Lerner" (CePPA).
Vivir uno para el otro
Como si el amor se midiera por las horas de entrega a la pareja, es bastante común que algunas mujeres no acepten compromisos de estudios, trabajos, cursos, si estos coinciden con el horario en el que el marido está en la casa. "La tendencia a la simbiosis, a vivir por el otro, es más frecuente en las mujeres que en los varones y así son conocidas las expresiones como "yo le di mi vida" o "ella renunció a su vida por él". Si bien en las generaciones actuales las mujeres son más independientes, aun quedan muchos miedos y ansiedades que no ayudan a crear vínculos sanos. Tampoco hay que confundir la tendencia a la simbiosis con otras patologías, como son las relaciones de poder, con un sometedor y un sometido, ya que tienen otras características. En la simbiosis de pareja, la mujer privilegia los deseos del marido también por encima de las necesidades de sus hijos y en detrimento de la familia"- asegura la psicoterapeuta.
Las causas hay que buscarlas generalmente en la historia personal del paciente: ciertos tipos de ansiedades y miedos, padres separados e infieles y no siempre es sencillo realizar un trabajo preventivo de esta conducta. En la etapa del enamoramiento por ejemplo y principalmente en los adolescentes, suele darse una "simbiosis transitoria" en donde la nueva pareja no logra discriminarse, por eso se los ve juntos todo el tiempo, pero este comportamiento va cambiando a medida que surgen las responsabilidades o proyectos individuales. En caso contrario el vínculo se satura y sobreviene una crisis que pone en evidencia el problema.
No todo está perdido
Existen grandes ejemplos de amores románticos en la literatura, como es el caso de Romeo y Julieta, en el cual ante la muerte de uno de ellos, el otro es incapaz de aceptar el destino y su vida deja de tener sentido. Ese sentimiento, ante la ausencia del amado, es por supuesto una de las características de la simbiosis" -agrega Lía Lerner- también autora de "Sabiduremas" y "Memorias de mis amnesias" dos ensayos que muestran una concepción filosófica de la conducta humana. De acuerdo a su experiencia, esta especialista está convencida de que para resolver conflictos de parejas simbióticas no es suficiente acceder a cierta información psicológica, sino que también es necesario una orientación terapéutica.
"Los casos de "simbiosis" suelen ser muy variados y por suerte las soluciones también. Las psicoterapias ya sea individuales como de pareja pueden ser de las escuelas psicoanalítica, gestáltica, sistémica, ecléctica u otras. La elección dependerá de las características del paciente y de la honestidad y capacidad del terapeuta para vislumbrar y abordar un tratamiento eficaz.
Por último, si ya hay hijos en la casa y aún con el problema del "pegoteo" de pareja en vías de resolución, es importante evitar que la tendencia a la simbiosis sea trasladada -principalmente por las madres- a la relación con sus hijos". En todos los casos, como primera medida lo importante es comenzar por observarse a sí mismos, discriminar entre el bagaje de emociones propias y las del compañero, entre la necesidad imperiosa de fundirse en el otro y la tendencia a no hacerse cargo de su vida. El amor verdadero o la entrega nada tienen que ver con el miedo a la soledad u otros, sino más bien con el valor del individuo para desarrollar todas sus potencialidades y ponerlas al servicio de un vínculo constructivo.
http://www.averlo.com/Parejas/Juntos-pero-no-simbioticos.html