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| Mecanismos de defensa: Introyección | |
| | Autor | Mensaje |
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Nemesis CO-CREADOR@
Desde : 09/01/2009 He aportado : 24878
| Tema: Mecanismos de defensa: Introyección Sáb Dic 01 2012, 06:50 | |
| La introyección es el mecanismo neurótico mediante el cual incorporamos patrones, actitudes, modos de actuar y pensar que no son verdaderamente nuestros. Lo hacemos tragándonoslos íntegros e indiscriminadamente, sin asimilarlos ni digerirlos, de manera que no podemos retener aquello que nos es beneficioso -convirtiéndose en parte de nosotros/as- y devolver lo que no deseamos. Estos cuerpos extraños no asimilados -introyectos- impiden el desarrollo y la expresión del propio ser.
Cuando introyectamos, estamos corriendo el límite entre yo y el mundo tan hacia nuestro interior que casi no queda nada de quien somos. Cuando quien introyecta dice: “yo pienso” generalmente quiere decir: “los de fuera piensan”.
En el ciclo de satisfacción de las necesidades, la introyección se sitúa entre la toma de conciencia y la energetización: hay conciencia, pero la rigidez muscular o intelectual no permite la energetización emocional y corporal. Existe un mensaje que hemos recibido del ambiente -y asumido como propio- que censura y juzga negativamente la necesidad de la que hemos tomado conciencia, impidiendo por tanto, que esta sea satisfecha.
Un cuento que ejemplifica de manera bastante clara el proceso de la introyección y sus consecuencias sobre el individuo es este de Julio Llamazares:
Como muchos de su tiempo, mis padres se pasaron la vida pensando en el día de mañana. “Hay que ahorrar para el día de mañana”, “tú piensa en el día de mañana”, me decían. Pero el día de mañana no llegaba. Pasaban los días y los años, y el día de mañana no llegaba. De hecho, mis padres ya están muertos y el día de mañana aún no ha llegado.
Desde su vertiente creativa, la introyección tiene que ver con la tradición. Representa la sabiduría del tiempo. Nos impulsa a hacer una revisión creativa de las raíces y los orígenes, recuperando la sabiduría heredada, más allá de actitudes reactivas. Se trata de ponernos en la actitud de ser aprendiz y de recuperar el pasado para hacerlo propio. La introyección es un mecanismo creativo en el sentido de que lo que hemos tragado es útil, permite sacar recursos de lo aprendido. Nos permite recoger valores positivos de la tradición e ir construyendo una identidad.
Hay un fragmento de El principito que encaja en esta idea de la introyección como humildad del aprendiz y recuperación del pasado. Después de haber domesticado al zorro, el principito se dispone a marcharse. Pero antes, el zorro le dice:
- Ve y mira nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás para decirme adiós y te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver nuevamente a las rosas:
- No sois en absoluto parecidas a mi rosa: no sois nada aún. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo. No se puede morir por vosotras. Sin duda un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es ella la rosa a quien he regado. Puesto que es ella a quien puse bajo el globo. Puesto que es ella la rosa a quien abrigué con el biombo. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo dos o tres que se hicieron mariposas). Puesto que es ella la rosa a quien escuché quejarse, o alabarse, o aun, algunas veces, callarse. Puesto que ella es mi rosa.
Y volvió hacia el zorro:
- Adiós.
- Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
- Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el principito a fin de acordarse.
- El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.
- El tiempo que perdí por mi rosa…-dijo el principito a fin de acordarse.
- Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa…
- Soy responsable de mi rosa… -repitió el principito, a fin de acordarse.
Autor: Pedro Valentín-Gamazo Valle | |
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