Independientemente de que vivamos solos, en pareja, con nuestros padres, con un amiga, etc… siempre buscaremos una morada que nos proteja, pues es ahí donde se suscitarán emociones paradójicas, seductoras, encantadoras así como también múltiples conflictos y emociones negativas, Pero… ¿qué expresamos a través de nuestra casa?
La cocina: Por lo regular es el “lugar común” y es caluroso. Es aquí donde aguarda el placer que tenemos por la comida, es donde nos conectamos, nos relacionamos con sensaciones que invitan al bienestar; Hay personas que tienen en este espacio un lugar específico para comer, incluyendo desde una sencilla barra hasta una gran mesa, dependiendo la prioridad que le tienen al “convivir con la comida”.
El baño: Es donde nos desnudamos, así como donde limpiamos el cuerpo. Viene a mi mente el pudor atado a “la impureza” de nuestros desechos naturales, siendo este lugar en especial un santuario de nuestra intimidad donde nos miramos con detenimiento, donde nos tocamos, nos revisamos, nos lavamos, nos perfumamos y peinamos. El tiempo que pasamos en esta habitación nos permite confrontar la imagen que tenemos de nosotros mismos hacia el espejo, para aceptarnos o rechazarnos tal y como somos.
La recámara: nuestra morada. La primera imagen que se viene a la cabeza con la palabra “habitación“ es una cama, ¡nuestra cama!; es nuestro refugio en las noches que nos brinda confort, descanso, alivio, paz, tranquilidad… pero también nos otorga fantasías y nos permite expresar nuestra sexualidad; por eso resulta ser un lugar clave en casa. Sin lugar a dudas, me atrevo a decir que en nuestra recámara buscamos consuelo; soñamos, nos inspiramos, y una que otra vez lloramos…
El closet: quise hacer hincapié en el closet, porque he observado que a través de él buscamos armonía con nosotros, con la familia, con el mundo…La forma en la que tienes organizado o desorganizado este espacio, denota cómo te encuentras en tu interior. Por muy loco que se escuche, observa tu closet y dime cómo está tu ropa, tus zapatos, tus accesorios. ¿Los encuentras fácilmente? ¿Usas todo lo que tienes? ¿Te has preguntado por qué guardas tantas cosas que no usas?, no me contestes…
La sala: este es un “espacio sociable”. Aquí regularmente intercambiamos anécdotas, pláticas y recuerdos. Regularmente es para recibir visitas o ver la tele, convirtiéndose en la búsqueda del equilibrio entre nosotros y el mundo pues buscamos armonizar con los demás, a través de las charlas, los juegos de partidos, las películas y en sí el convivir. En nuestra sala generalmente buscamos la estética como aliado, pues siempre buscamos consciente o inconscientemente la aprobación y agrado de los demás con los detalles que ponemos en ella, para propiciar un encuentro armonioso.
Para reflexionar: Según el padre de la Psicología Sigmund Freud; la relación que tenemos con el orden está determinada por la acción que la pulsión anal ejerce sobre nosotros, es decir: algunas personas están regidas por esta fuerza inconscientemente, pues han quedado marcadas por la fase del aprendizaje y la relación con la limpieza. Se perturban por mantener las cosas en orden absoluto y regularmente estas personas ejercen control hacia los demás. Por otra parte, el desorden no necesariamente indica suciedad; vivir en el caos, en el “reguero” significa crearse también un espacio íntimo donde se está en movimiento constante, pues para las personas que se inclinan por el caos el llegar a casa ¡Es entrar en su espacio!, la morada íntima donde encuentran sosiego sin ser juzgados, sin ceremonias y sin máscaras.