Las primeras impresiones no sólo tienen un gran impacto al formarnos la idea de cómo son los demás cuando apenas los estamos conociendo; también puede ser utilizada para nuestro beneficio, si logramos hacer racional una realidad instintiva del cerebro: la inteligencia intuitiva.
Cada vez que conocemos a alguien o llegamos a un lugar por primera vez, nuestro cerebro debe “clasificar” muy rápidamente la información nueva que está entrando a raudales y debemos manejar inmediatamente. En esos momentos en los cuales tenemos un estímulo novedoso fuerte, se ha demostrado a través de escaneos directos por MRI que nuestra mente trabaja casi al doble de velocidad (y consumiendo el equivalente en glucosa), para poder procesar esa nueva experiencia y reaccionar si es necesario.
Pero ese modo “turbocargador” de pensar no sólo sirve para adaptarse a las situaciones extrañas. Una investigación demostró que en ese estado, el cerebro es capaz de interpretar señales no verbales de manera mucho más rápida y eficientemente que cuando hemos visto a esa persona, o entrado a ese lugar, varias veces. No es difícil imaginarse que hace muchísimo tiempo, el “visitar” un lugar desconocido o compartir con una manada no familiar ameritaba tener los sentidos funcionando al 200% (pues de eso dependía nuestra supervivencia). En el estudio mencionado, se demostró que unos observadores no entrenados eran prácticamente capaces de describir la personalidad de unos candidatos para una entrevista de trabajo, dándoles vistazos de apenas 10 segundos, de la misma manera que lo hacían los entrevistadores entrenados en 20 o 30 minutos. Eso sí, si los sujetos de estudio pasaban más de esos 10 segundos viendo a los candidatos, su efectividad decaía estrepitosamente. Malcolm Gladwell le llama “inteligencia intuitiva” a ese fenómeno en su libro Blink.
Esa inteligencia intuitiva es muy valorada, pues especiaistas de la comunicación no verbal como Joe Navarro afirman que es fundamental para detectar mentiras y conflictos internos.
El caso es que ese estado de super-percepción hacia lo novedoso puede ser entrenado con un ejercicio muy sencillo que puedes practicar a diario sin que nadie se dé cuenta. Primero que nada, ya sabemos que nuestro cerebro entra en este estado cuando ingresa información nueva; lo que necesitamos hacer es ver a las personas con las que interactuamos diariamente, como si no supiéramos quienes son. Como si tuviésemos amnesia, en otras palabras ¿Suena loco? sigue leyendo, va a ponerse peor.
Trata de recordar cómo te sentiste la primera vez que entraste al lugar donde trabajas actualmente. ¿Lo recuerdas? quizá te sentías algo confundido. De la misma manera, trata de recordar la primera vez que te presentaron a alguien que conoces bien. ¿Cómo te imaginabas que sería esa persona, cuando le diste el primer vistazo?
El segundo paso del ejercicio consiste en que la próxima vez que entres a ese lugar o veas a esa persona, trata de sentirte como en esa primera percepción. Trata de repetir esa sensación, de ver a las cosas y a las personas como si fuesen totalmente nuevas para tí.
Suena raro, pero funciona. Hazlo a diario, no importa si es con el mismo lugar o la misma persona. Con el tiempo, aprenderás a replicar esa sensación de “novedad” en todo momento… y tu cerebro se activará al 200%.
http://lenguajecorporal.org/2012/11/descubrir-mentiras-vistazo/