Cuando un ser humano le pertenece a otro es un esclavo de aquel, sin embargo, todos sentimos adentro un sentido de pertenencia.
Pertenecemos a nosotros mismos. Cada ser humano es dueño de su conciencia. Piensa por sí mismo y toma sus decisiones. Ninguna persona sueña, siente, inventa, imagina, idea, planea o razona por otra. La mayoría de los padres entienden que sus hijos le pertenecen interpretando inadecuadamente el concepto de patria y potestad, el cual sí le corresponde por derecho universal. Recordemos las palabras de Gibrán Khalil en El Profeta: "Vuestros hijos no son vuestros hijos. Ellos son los hijos y las hijas de la Vida. Ellos vienen a través de vosotros pero no son vosotros. Y aunque ellos están con vosotros no os pertenecen. Les podéis dar vuestro amor, pero no vuestros pensamientos. Porque ellos tienen sus propios pensamientos."
Cuando un ser humano le pertenece a otro es un esclavo de aquel. Sin embargo, no podemos negar que cada quien siente dentro de sí un sentido de pertenencia. Pertenecemos a la familia, a una escuela, una religión, a una nación y formamos parte de una etnia, una identidad nacional, de una forma de ser y de una cultura. Para una inmensa parte de la humanidad pertenecemos o formamos parte de la Divina Providencia. Hombres y mujeres enamorados se consideran "el uno del otro".
Esto se debe, primero por seguridad. Los primeros grupos humanos comprendieron que sobrevivir implicaba coexistir y se instalaron en nuestros genes, junto al sentido de supervivencia, la necesidad del gregarismo y la convivencia. Cada individuo se siente mejor y más seguro cuando forma parte de una comunidad.
En segundo lugar, nos agrada ocupar una posición en un grupo porque somos aceptados. Cuando los niños se sienten aceptados y amados por sus padres, hermanos y familiares elevan su autoestima, crecen más seguros de sí mismos y se adaptarán mejor a la convivencia social.
Más tarde, formamos parte de grupos religiosos, sociales, culturales, políticos, estudiantiles, laborales, vacacionales y de distinta índole porque nos interesa compartir nuestros pensamientos, actuaciones y opiniones con otros y ser reconocidos por ello. En la medida que confíen en nosotros, más confianza en nosotros mismos tendremos.
Al final se deseará ser parte de una identidad social o nacional, lo cual ayudará a desarrollar al país donde "pertenezcamos". Cuando los ciudadanos de una nación no poseen el sentido de pertenencia, la cohesión social se demuele y se sucumbe en un estado donde cada quien atenta en contra de sus coterráneos. El crimen se propaga y la sociedad se autodestruye. Sin sentido de pertenencia perdemos la seguridad individual y social.