Cuando surge el enamoramiento, se tiene la sensación que acabas de nacer en este instante, que antes de conocer a esta persona especial, no había más nada importante en tu vida. De igual manera y de forma inconsciente esperamos que nuestra pareja tenga la misma percepción. Pretendemos que nada del pasado de nuestra pareja pueda perturbar la relación que se está formado. Es natural sentirse así, sin embargo la realidad es que todos tenemos nuestro pasado y todos cargamos con nuestro pasado en cualquier momento del presente.
Para que una relación pueda fluir de manera favorable, para evitar las frustraciones y los malos entendidos es muy importante comunicarse con nuestra pareja, contándole tu historia personal, contarle de dónde venimos, de nuestras experiencias, de nuestra historia familiar. Hablar de nuestras responsabilidades, de las decisiones tomadas, de las elecciones hechas.
A una nueva relación todos traemos nuestras frustraciones previas, los miedos, inseguridades, amores y desamores, deseos, ilusiones, sueños. Todos traemos heridas emocionales, las yagas que nos duelen al ser tocadas, dolores que no reconocemos pero que nos afectan en la nueva relación.
Cuando comienzas una relación con alguien, te mueve la atracción, pero esta atracción se siente por algo se ve desde el inicio, pero representa solo una pequeña parte de la persona. Es como una punta de iceberg, que se ve limpia, brillante, atrayente… Pero es importante saber que debajo del agua de la conciencia y subconsciencia existen muchas emociones, vivencia y experiencia que forman parte de la personalidad de tu nueva pareja. Para relacionarse con una persona es importante reconocer el misterio que hay en el otro, tener la actitud abierta para ir descubriendo poco a poco todos los aspectos de la personalidad de otro, es aventurarse en la exploración de este “iceberg”, lleno de sorpresas, las cuales pueden ser agradables, pero no siempre será así.
En este proceso de exploración es muy importante escuchar a tu pareja, prestar atención tanto a sus palabras, como a sus silencios. No se puede ignorar el pasado del otro, ni pretender cambiarlo. Lo único que puedes hacer es conocerlo, respetarlo e integrarlo de la forma positiva a la nueva relación. Pretender que el otro no sea quien es, que no venga de donde viene, que borre las huellas de las heridas pasadas, que no tenga la memoria afectiva es un intento inmaduro de poseer al otro. Recuerda que nadie puede ser poseído, solo podemos amar y gozar a nuestra pareja, aceptándola con todo su equipaje que atrae de atrás.
Para propiciar el conocimiento del otro, tenemos que cuidar nuestra comunicación, creando la confianza absoluta, donde ni tu pareja ni tú se sientan amenazados por el juicio, condena, la no aceptación, rechazo, traición. El proceso de conocer al otro es como construir un puente entre nuestro mundo y el mundo del otro, es ir creando “nuestro” mundo, compartiendo los elementos que trae cada uno.
Tal como tú tienes un pasado y deseas que sea aceptado por tu pareja, de la misma manera debes mantener la actitud de respetar y de honrar el pasado de tu pareja. Igualmente es imprescindible respetar y honrar a las personas que estuvieron en la vida de tu pareja antes que tu, sea su familia, sus hijos, su ex pareja, sus amigos. Expresar el desprecio, o la competencia con la ex pareja de tu pareja genera un clima de desconfianza, es desgastante e inmaduro.