Si nos aceptamos y queremos tal como somos, sin prejuicios ni temores, nos encontraremos a gusto en nuestra piel…
Pasa algún tiempo en soledad intentando conocerte, observando tus virtudes y tus deseos.
Deja de decir cosas negativas sobre ti mismo.
Anota aquellas osas que te agradan de tu aspecto y tu personalidad. Estúdialas frente al espejo. Lo que ves debe ser coherente con tu naturaleza.
Proponte cuidarte, respetarte y aceptarte en cuerpo y alma.
Recibe con naturalidad los cumplidos.
Deja de compararte con los demás todo el tiempo
Cada día mírate al espejo y repite: “Me quiero, me gusto y hoy haré algo bueno por mi cuerpo y mi salud”.
Pasa a la acción: apúntate a un curso de yoga, que es maravilloso para el equilibrio del cuerpo y la mente, o emprende otra práctica saludable.
Deja de pensar en lo que no tienes o en lo que no puedes hacer y comienza a concentrarte en lo que tienes y en lo que sí puedes hacer.
Impide que tus sentimientos respecto al pasado afecten tus acciones del presente.
Despreocúpate de los asuntos sobre los que no tienes control.
Pide a tus amigos que te digan lo que les gusta de ti y créeles.
Y, ante todo, renuncia a querer agradar a todo el mundo.
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