Probablemente te suene un poco fuera de orden el hecho de que venga a sugerirte que seas generoso buscando a cambio tu felicidad cuando toda la vida nos han dicho que debemos dar sin esperar nada a cambio, que el verdadero placer está solamente en dar y un sin fin de "bla bla blas"...
Yo creo, sin duda, que la generosidad debe ser un valor infaltable en el menú de nuestras vidas, que ciertamente debemos preocuparnos por las necesidades de nuestros prójimos y actuar en consecuencia buscando el bienestar de aquellos que nos ocupan, en cualquier ámbito, el familiar, el laboral, el social en fin, el mundo entero. Y si, no exagero, ¡el mundo entero! por contagio.
Ahora bien al hablar de generosidad no me quiero referir, esta vez, a la donación, entrega o regalo de cosas materiales, dinero, bienes, etc. Que si bien en días como hoy, cuando una tragedia natural ha azotado un país, Haití, se convierte en una acción de extrema urgencia; Y también pudiera resultar necesario se convierta en una práctica regular en países como los nuestros, los latinoamericanos, en donde la pobreza extrema requiere de una generosidad ejemplar que cobije y alimente los corazones de aquellos menos favorecidos.
Esta vez quiero referirme a aquella generosidad que va mucho más allá de lo material, esa que muchas veces no se ve y, por tanto, la tenemos olvidada en algún cajón, la generosidad de espíritu, la generosidad emanada del corazón, esa que se brinda calurosa en un abrazo, que se brinda armoniosa en una palabra de aliento, que se entrega dichosa envuelta en una sonrisa, que se otorga sabia en un consejo, esa generosidad que no tiene un valor material pero que llena las arcas del ser humano.
Esa generosidad que hace que te vibre todo el cuerpo de alegría cuando la compartes, que crece de manera exponencial y regresa a ti, sin así haberlo pedido o buscado, convertida en amor.
“Espero pasar por la vida solo una vez. Si mientras tanto puedo demostrar algo de bondad o hacer el bien que sea por cualquier otro ser humano, permitidme que lo haga ahora, y no que lo postergue o lo olvide porque no volveré a pasar por aquí otra vez”
William Penn
Ser generoso con el mundo y recibir a cambio el ser feliz es tan sencillo como provocar sonrisas a todo aquel que se cruce en tu camino, cantar una canción en cualquier lugar y a la menor provocación (seas afinado o no), halagar a las personas (por su apariencia, su peinado, sus logros, por que se te antojó halagarlo ese día, etc.), agradecer a todo aquel que haya agregado valor a tu vida y haya dejado le agregues valor a su vida, compartir tu comida en la oficina, regalar tu tiempo y total atención a aquel que está platicando contigo...
En fin, seguramente se te están ocurriendo un mil “generosidades” más como estas, esas que “le hacen el día” a una persona. Esas que hacen que el mundo sea un lugar alegre, lleno de sonrisas, lleno de gente generosa que es feliz. Ojalá las puedas compartir con todos nosotros y nos regales la oportunidad de ser generosos de nuevas y divertidas maneras.
Verás que la felicidad se expande, la sonrisa se vuelve pandémica y la vida se hace mejor.
Gerardo González Guzmán
http://risaescosaseria.blogspot.com.ar/2010/01/un-poco-de-generosidad-para-ser-feliz.html