La primera de las tareas hercúleas (sugeridas por Juno) pertenece a la zona de Leo; en ella, habita el gran León de Nemea, el cual fue abandonado en ese lugar por Selene, la diosa de la Luna. Solo y amargado por su destino, el león llamado Leo empezó a asolar la comarca, lo cual podía hacer fácilmente, ya que su piel era impenetrable a cualquier arma. Como rey de los dominios, temido y honrado por todos, el león de Nemea vivía como sus instintos le dictaban, alimentándose de hombres y animales hasta que se presentó Hércules dispuesto a darle muerte. Primero, el joven héroe le disparó sus flechas, pero éstas rebotaban como pajas; luego empuñó su espada de hierro pero, al golpear al león con ella, ésta se partió en dos; aún la colosal maza de Hércules se rasgó cuando alcanzó a rozar el hocico del animal. Lleno de valor, el forzudo Hércules cayó sobre su presa y, con la fuerza de sus potentes brazos, asfixió a la fiera hasta matarla. Luego, quitándole la piel al león con las garras de éste como cuchillo, Hércules se cubrió los hombros con dicho trofeo y volvió triunfante a su amo. La muerte de Leo, (el león de Nemea) era algo inevitable, puesto que Hércules estaba destinado a cumplir con todos los trabajos que le habían impuesto. No obstante, Zeus o, quizás Juno, en reconocimiento al obvio mérito de Leo, le puso entre las estrellas. Régulus es una de las cuatro estrellas regias, llamada el Corazón del León, la cual se encuentra en la constelación de Leo.