Hace un rato conversaba con una amiga...hablábamos de su relación de pareja...la misma conversación desde hace ya más de seis años, pues en todo este tiempo, ella no ha dado un solo paso en la dirección del cambio.
A menudo, no caemos en la cuenta que para que lo que nos rodea sea diferente, nuestra manera de acercarnos a ello, debe ser diferente también...si continuamos viendo y pensando del mismo modo en el que lo hemos hecho siempre, siempre, invariablemente, obtendremos los mismos resultados.
Por otra parte (y es una pregunta que constantemente me planteo), ¿por qué no intentamos ver lo mejor de cada persona y de cada situación ?...parece como si viviésemos predispuestos únicamente para ver las cosas feas , o que más nos desagradan de todo cuanto nos rodea.
Últimamente, me esfuerzo por hacer un ejercicio...me centro en una persona con la que tengo algún conflicto; hago una lista con sus mejores cualidades , aquellas que me atraen de ella, y la leo una y otra vez...es como formatear el disco duro, y programarlo de nuevo, con un lenguaje distinto. De este modo, la próxima vez que me encuentro con ella, no la estoy viendo de la forma acostumbrada...centrándome en lo bueno, lo bueno es lo que viene a mi percepción. De algún modo, cuando tenemos una opinión formada de alguien ( y siempre la tenemos), ese otro actúa de espejo, devolviendonos el reflejo de lo que esperábamos ver...si la opinión es positiva, positivo es lo que nos muestra, pero si es negativa, eso mismo nos hace ver también.
Muchos de nuestros problemas con los demás, tienen su origen en el inconsciente, en nuestro absurdo empeño de manipular o cambiar a todo el mundo...los argumentos sobre los que nos apoyamos , son de lo más convincentes..."mi intención es buena, yo solo le deseo el bien"...
¿Pero estamos absolutamente seguros de qué es en realidad mejor para otra persona? ¿A caso no será que como consideramos que es bueno para nosotros, decidimos que debe ser igual para todo el mundo?
Poco a poco, voy comprendiendo que lo mejor para cada uno, yo no sé lo que es, pues a duras penas consigo distinguir, entre lo que es positivo para mi, y lo que me resulta perjudicial. A menudo vemos tan fácil la solución a los problemas de los demás, que no entendemos que son fáciles para nosotros, pero no para ellos...de otro modo, no serían su problema.
En mi relación con mi hija, los conflictos surgen continuamente, y constantemente me descubro intentando manipularla, imponiendole mi voluntad...Afortunadamente, tengo una hija con la valentía suficiente para plantarme cara, para enfrentarse a mi, y si es necesario, gritar más alto que yo. Así, poco a poco, nuestra convivencia se ha ido convirtiendo en un verdadero infierno...
Seguramente, muchos de vosotros os veréis reflejados en estas situaciones... quizá no se trate de la relación con vuestros hijos, pero puede ser en la relación con vuestra pareja, o con vuestro padre o con vuestra madre, o un hermano o con un compañero de trabajo, o alguien con quien os relacionaís habitualmente... la solución,es la misma para todos, en todos los casos sin excepción... aprendamos a vivir desde el respeto, aceptando los rasgos de nuestra personalidad y los de los demás, y esforzándonos en pulirnos día tras día... ésa debería ser nuestra única "ocupación" las veinticuatro horas al día...centrándonos en los problemas de los demás, sólo es un modo de evitar los nuestros , y algún día, tarde o temprano, deberemos enfrentarlos , pues somos responsables de ellos.
La felicidad, no se encuentra en ninguna parte mas que en nuestro interior, es nuestra actitud la que nos conduce a ella...
Únicamente cuando aprendemos a amarnos a nosotros mismos, estamos en condiciones de amar a otro ser humano y de relacionarnos plenamente con él. Allá donde el Amor se instala, ya no hay cabida para la lucha, el resentimiento, la ira, el rechazo, el odio, o cualquier otra emoción fruto del miedo.
La intimidad y la confianza que surgen del Amor, cuando es real, nos permiten sentirnos libres para ser quienes somos, tal y como somos en cada momento...es entonces cuando lo que hacemos, nace de nuestro deseo más profundo, un deseo de satisfacer nuestra propia expresión a través de otro ser humano...
Por Anna Horno
"los límites de lo posible o imposible los estableces tú mismo"...