¿Consideras tener un gran problema? ¿Estás enredado en un sinfín de ocupaciones y de preocupaciones y no sabes en cuál enfocarte primero? ¿Por dónde empezar? La respuesta es fácil, por lo primero que venga a tu mente.
Empezar por lo primero que te venga a la mente. Así de simple. Ponerse en movimiento es primordial y lo que te irá acercando a la resolución de conflictos. Dicen que el paso más importante en un camino es el primero, consiste en movilizarnos e ir dirigiéndonos a nuestra meta.
Determina tus prioridades y empieza, no importa si inicias con un paso pequeño, lo importante es avanzar. Sentir que vamos resolviendo situaciones nos impulsa a querer abocarnos las mayores.
Tal vez hace tiempo vienes dando vueltas a un asunto o a cuál es la mejor manera de abordar ciertas cuestiones: son todas excusas que dilatan tu accionar. Romper la inercia es posible y puedes decidir tomar cartas en el asunto, por ejemplo, a partir de mañana. ¡Tienes el resto del día de hoy para despedirte de tu estado de “no innovar”!
No es lo mismo tener un gran problema que medio gran problema. Intentar abarcar todo suele ser contraproducente y puede desanimarte (es probable que esto haya sido lo que no permitió que lograras concreciones hasta ahora).
¿Por dónde vas a empezar a resolver tus pendientes?
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