Los problemas de pareja se presenta generalmente en la forma de que un los miembros hace una conducta que no le gusta a la otra. Otras veces la queja es mutua.
En esta página se presenta un método que consiste en una interacción estructurada entre dos personas diseñada para resolver una disputa concreta entre ellos.
No todos los problemas son solucionables. Por ejemplo, aquellos que están fuera del control del responsable. Otros consisten en una elección entre dos valores de las personas que pueden no ser negociables, por ejemplo, tener o no tener un hijo.
Los problemas más idóneos para las técnicas que aquí se explican son problemas que están sujetos a negociación, a buscar soluciones creativas y a valorar la relación coste beneficio.
Preliminares en el método de resolución de problemas
Hay que dedicar un tiempo y un espacio concreto y establecido a la resolución de problemas.
La actitud que hay que tener es de mejorar la relación y que es un problema mutuo que afecta a las dos partes y en el que las dos partes tienen algo que decir. Si se va con la idea de que el otro tiene que hacer un cambio y uno solamente presionar para que se haga, el fracaso es muy probable.
La colaboración es la esencia de la resolución de problemas.
La disposición a cambiar para hacer al otro más feliz es fundamental para tener éxito.
La definición del problema
En la definición del problema se trata de identificar el objetivo de cada miembro de la pareja. Se excluyen objetivos que enfrentan tales como ganar, vengarse, o hacer daño.
Hay que separar de forma nítida dos fases: la fase de definición y la de solución y realizarlas sucesivamente sin mezclarlas. Cuando se define no se intenta dar solución ni viceversa. Hay que tener muy en cuenta que no se trata de volver al pasado o de quejarse sino de definir el problema.
Definir el problema de forma adecuada incluye los siguientes elementos:
Una frase positiva indicando que hay facetas o momentos en los que la relación funciona y el problema no tiene importancia.
Una descripción de la conducta indeseable. Hay que ser específico y llegar a conductas concretas evitando en todo momento la descalificación de la persona, sino centrarse en la evaluación de la conducta. Se trata también de evitar palabras como “siempre” o “todo” que son falsas y descalifican a quien las usa.
Una especificación de las situaciones en las que ocurre la conducta problema que se ha definido.
Las consecuencias que esa conducta tiene para el componente que la sufre, incluyendo los sentimientos que el provocan. Es importante que los sentimientos se refieran exclusivamente a la conducta y sus consecuencias y no lleve a descalificaciones o menosprecios del otro.
Es necesario ser breve. Por ejemplo, hay que evitar poner demasiados ejemplos, preguntarse por las causas y emplear los “¿por qués?” que siempre implican un reproche y no llevan a resolver el problema.
Ambos miembros de la pareja tienen que estar de acuerdo en que se ha definido el problema y para ello AMBOS han de reconocer la parte de su responsabilidad en la generación o mantenimiento del problema. Si no se llega al acuerdo básico de quien ha de cambiar para que se dé la solución, se puede hacer una definición bilateral del conflicto. En la que se incluyen las conductas de ambos miembros, dentro de la regla de tratar un solo problema a la vez.
Reglas generales en la fase de definición del problema
No discutir más de un problema a la vez.
Practicar ambos la escucha activa resumiendo lo que el otro dice antes de intervenir.
No hacer inferencias, hablar solamente de lo que se observa. Esto incluye no hacer juicios de intenciones suponiendo que el otro intenta conseguir algo que no es observable.
Evitar el conflicto siendo neutral y evitando la negatividad o la lucha por el poder.
Fase de solución
Una vez que se está de acuerdo en la definición del problema, se pasa a la fase de solución. En esta fase hay que:
Centrarse en la solución y no volver al planteamiento una y otra vez. La mejor forma de mantenerse en la solución es emplear las reglas del brainstorming o tormenta de ideas.
Las soluciones han de centrarse en definir cambios en las conductas de ambos y no solamente en la del que causa el problema. Hay una máxima que dice: “si quieres que alguien cambie, empieza cambiando tú”. El cambio de uno ha de conllevar consecuencias positivas para él, lo que implica un cambio en el otro. Un entrenamiento en asertividad puede ser una buena forma de consensuar la solución.
Sobre la lista de soluciones alternativas que se ha generado se realiza un análisis de los pros y los contras de cada una de ellas. De esa evaluación ha de derivarse un consenso en la solución del problema. Es conveniente que el acuerdo se haga por escrito, porque obliga a una concreción mayor.
A veces, si el cambio que se plantea es complicado, es conveniente planificarlo.
Es preciso hacer un seguimiento de lo pactado para evaluar si se ha logrado la solución adecuada o es preciso hacer algún ajuste.
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