Me pides hablar y con el alma rota y una lágrima que brota, te digo, no hay vuelta atrás.
Es tan triste llegar a estos extremos y que esta situación aunque me duela, sea mejor enfrentarla antes que sea más difícil para los dos.
Cuando se enfrían las caricias y se acaba el amor, cuando se cae en la monotonía y todo es costumbre alrededor, no queda mucho por hacer.
Te quise muchísimo, juro que te amé, más de lo creíble. Me entregué a ti, tanto como tú a mí y en la lucha por la distancia y esas constantes peleas, no fuimos capaces de percatarnos que terminamos cayendo en un abismo del que muy difícilmente se logra escapar.
Déjame ir sin aferrarte, permitiendo que de tu recuerdo, me quede siempre con la mejor parte. Suelta mi mano hoy, que hay afecto antes que lo hermoso que por un tiempo nos unió, termine erosionando y volviéndose devastador.
Ahora sólo es tiempo de aceptar esta despedida y de armarnos de valor para comenzar una nueva vida pero siguiendo una ruta independiente, un camino que no es ese mismo de flores, que tanto te prometía, porque hoy están mustias, tristes, vacías…