Está claro que las expectativas exagerada e irracionalmente optimistas son el camino más seguro hacia la decepción.
Pero tampoco nos hacen ningún bien las expectativas negativas hacia las situaciones o las personas.
¿Por qué no? ¿Acaso no es preferible ponerse en lo peor y que luego la realidad nos sorprenda para bien?
Pues no. Con las expectativas, como con casi todo en esta vida, la virtud está en el equilibrio.
Hoy reflexionaremos sobre lo perjudicial de esas expectativas pesimistas.
¿Qué hace por ti esa desilusión anticipada?
Pensar que ocurrirá lo peor no te hace más feliz. Al contrario, vives con la sospecha de que en algún momento te llevarás el golpe.
Te saboteas a ti mismo, quizás pensando: Total, esto no va a servir para nada.
Puede que sí, que se cumpla tu peor pronóstico, no por ser malo, sino porque tú actúas como si ya fuese una realidad. (Lo que los psicólogos llaman profecía autocumplida.)
Esa falta de esperanza, además, puede hacerte perder valiosas oportunidades.
Y, para colmo, te acostumbras a hacer juicios y presunciones sobre las personas o las cosas que, a menudo, no son ciertas.
Ahí ves que, tanto el exceso de euforia como el exceso de pesimismo, pueden llevarte por mal camino.
Controlar las expectativas negativas
Brevemente, así es como se corta con las expectativas negativas:
1) El primer paso es darse cuenta de que se tienen justo cuando se cruzan por la mente.
Aunque no creas que es tan sencillo. Cuando una persona está acostumbrada a pensar así, se pone en lo peor de manera automática. Por ejemplo, nada más conocer una información, pensaría: Verás tú. Esto va a traer una ruina…
2) Después de identificar esa expectativa poco halagüeña, el segundo paso es hacerse preguntas. Como éstas, por ejemplo: ¿Por qué pienso así? ¿Qué razones tengo? ¿Acaso no podría ser de otro modo?
La lógica y el sentido común son armas muy eficaces contra el pesimismo automático.
3) Lo tercero es sustituir esa expectativa negativa por una más favorable, cuando se pueda, y, si no es así, por ninguna en absoluto.
Sí, por ninguna. Si no encontramos razones convincentes para ponernos en lo peor ni para ser optimistas, es lo suyo. ¿O es que continuamente tenemos que forzar un pronóstico sobre las personas o las cosas? Habrá veces en las que las expectativas sobren. No sé qué pienses tú…
http://tusbuenosmomentos.com/2012/03/las-expectativas-negativas-no-ayudan/