Uno de los mayores estados emocionales que afectan a las personas es el deseo, algo que tenemos todos y que si no lo gestionamos adecuadamente, puede hacernos pasar por la vida sin haber disfrutado nada de nada.
Los momentos actuales que vivimos en la sociedad, el deseo está presente en todos los ámbitos, las personas viven cotidianamente deseando, ya sea decenas de cosas materiales (la mayoría no las necesitan), viajes, amores, amistades, situaciones idílicas, profesiones, estados emocionales, entre otros, aunque la lista es larga.
A diario somos blancos perfectos de bombardeos con mensajes para despertar nuestros deseos de las empresas, a través de los medios de comunicación, con lo cual nuestra mente, ante tales ataques, lo único que hace es atrapar la mayor cantidad de deseos, para que luego la persona comience con su calvario particular.
Cuando una persona vive deseando, no disfruta de ninguna manera el presente, resulta prácticamente imposible hacerlo, porque su mente solo se dedica a recordarle lo que desea, con lo cual una vez llegado a este punto, comienza la interminable carrera del deseo.
Vivir en la interminable carrera del deseo, es estar siempre pensando en conseguir cosas, y eso le lleva a transitar estados emocionales como la ansiedad, la tristeza, la falta de optimismo, no estar presente, perder la posibilidad de observar muchos detalles, vivir acelerado, con muchos vaivenes emocionales, y en muchas ocasiones irritabilidad junto a un tremendo cansancio mental, sin olvidar el derroche de energía que esto provoca.
Te has preguntado alguna vez, si lo que deseas: ¿te gusta de verdad?. Si deseas algo es bueno siempre investigar, para qué lo quieres, si es por ego, por status social, por demostrar que vales a los demás, para presumir o realmente lo quieres porque forma parte de tus gustos, aficiones o te ayuda porque te ayudará a seguir avanzando en tu propósito de vida.
Recuerda que la mayoría de las cosas que queremos comprar o alcanzar, en realidad no las necesitamos, son ilusiones o producto de que nos los meten en la cabeza por cansancio, por eso te recomiendo que explores bien de donde surgen esos deseos realmente.
El principal problema del deseo, es que no te permite nunca disfrutar del presente, de lo que tienes, lo que te rodea, de tus logros, tus habilidades y de quién eres realmente. Porque te hace entrar en un bucle de ansiedad por alcanzar lo deseado y una vez que lo has alcanzado, comienzas nuevamente a por otro deseo y así sucesivamente, olvidándote completamente de lo que has logrado.
También es muy importante diferenciar entre alcanzar objetivos y el deseo, porque aquí es donde la mente nos engaña muy hábilmente, el buscar crecer y progresar, te permite hacer el camino disfrutándolo y valorando todo, pero el deseo solo se centra en obsesionarte con lo nuevo pero no suele despertar nada de pasión durante el camino a recorrer porque es un auténtico estrés y vaivén emocional.
Si no quieres caer en la interminable trampa del deseo, será necesario que definas cuales son tus verdaderos objetivos, cómo te gustaría estar y vivir, qué cosas despiertan pasión en ti y que cosas necesitas para vivir plenamente, así de este modo podrás valorar tus logros, tu presente y caminar hacia tus sueños.
Y así la interminable carrera de deseo estará alejada de tu vida.