Los alquimistas estudiaron los cuatro elementos observando los cuatros estados de la materia: sólido, líquido, gaseosos, ígneo. Lo que es sólido es llamado tierra, lo que es líquido agua, lo que es gaseoso aire y fuego o ígneo al calor y la luz.
La materia está constituida, en proporciones variables por una cierta cantidad de cada uno de los elementos, la enfermedad es un desequilibrio entre ellos; estos elementos no están fijos, se transforman o evolucionan unos en otros, la tierra en agua, el agua en aire, el aire en fuego e inversamente, el fuego en aire, el aire en agua y el agua en tierra.
Estos elementos influyen sobre nuestra naturaleza y nuestra constitución, en los cuatro temperamentos:sanguíneo, nervioso, linfático y bilioso; en la estructura del hombre se encuentran estos cuatro elementos:
- en la tierra en el cuerpo físico.
- en el agua el cuerpo astral y el corazón.
- en el aire el cuerpo mental y el intelecto.
- y al fuego el alma y el espíritu.
La manifestación del fuego es doble, como calor y luz, el calor es la manifestación del alma y la luz la manifestación del espíritu.
Los descubrimientos de la ciencia oficial avanzan hacia una mayor sutilidad de la materia y sin duda cada vez valorando más las cuestiones sutiles en nuestra vida, ayudándonos a evolucionar y a comprender.
Cada elemento posee cualidades que le son propias, espiritualmente trabajamos con estos elementos, la tierra absorbe el sobrante del físico, el agua lava el corazón de impurezas, el aire purifica el intelecto, y el fuego santifica el alma y el espíritu.
Gracias a estos elementos podemos vivir e interactuar, nos vinculamos a ellos también en la alimentación, están siempre a nuestra disposición; la naturaleza nos da todos los elementos que necesitamos para nuestra existencia y es nuestra responsabilidad ser conscientes de su utilización.
El fuego es quien origina todos los cambios, ya que todos los movimientos en la tierra son producidos en última instancia por el sol; sin el sol, el aire no se desplazaría, los movimientos del agua serían vacuos y la tierra seria árida, yerma. Es pues el fuego el que desencadena el movimiento vital, por analogía, es el espíritu quien origina los movimientos que se producen en la materia, por lo que dando más libertad a nuestro espíritu originaremos cambios insospechados en nuestra tierra, nuestro cuerpo físico.
Lo de arriba debe dirigir y dominar a lo de abajo, todo viene de arriba y se refleja abajo; la imagen del sol sobre la tierra es la mejor representación de esta idea. Es nuestro espíritu, a imagen del sol, quien determina toda la realidad de los otros tres elementos.
Comprender los elementos, ocuparnos de ellos, encontrar el equilibrio entre ellos, nos ayuda a mejorar y sanar nuestra vida, la de los demás y la de nuestro entorno.
Así como el sol es la causa primera. Nuestro espíritu, es quien orienta nuestro pensamiento, quien dirige nuestro sentimiento, esculpiendo nuestra realidad; por ello conectar con nuestro espíritu, es condicionante para una vida de paz, riqueza, salud.
Las operaciones astrológicas, alquimistas, cabalistas, nos dan un alimento para manifestar cómo nos comportamos, hablamos, amamos….
Trabajando con el espíritu todo se ordena poco a poco, actuando armoniosa y equilibradamente para obtener
nuestro éxito. Cuando priorizamos a la luz, al amor a la sabiduría, se producen cambios en nuestra vida.
Autor: Ana González