Posteriormente al concluir diferentes etapas de nuestra vida, solemos hacer una especie de balance donde evaluamos que cosas anduvieron bien y cuales no.
Nos ponemos nostálgicos, efectuamos una especie de revisión de lo transitado. A veces esta “mirada posterior” nos sirve para elaborar, para comprender, cosas que quizás en su momento no entendimos.
Muchas veces al terminar una relación sentimental, creemos que debemos tomarnos un tiempo. O a veces sucede todo lo contrario. Puede ocurrir que creamos que “procesamos todo rápido” es decir, que queramos tapar ese vacío que dejó el ser amado con otras cosas: con una nueva persona, con muchas actividades, con sustancias, con distancia… hay múltiples variables, así como personas.
Cuando perdemos algo, nuestro psiquismo tiene que hacer un trabajo, que es el famoso duelo. Esto pasa, lo deseemos o no, nos resistamos al inicio o nos lancemos de cabeza en el mar de la angustia. El duelo puede ser negado, puede ser patológico o absolutamente normal y esperable.
Necesitamos sacar toda la energía que pusimos en un proyecto, en una persona, en una ilusión, para después de transcurrido cierto plazo, volcarla a nuevos proyectos, nuevas personas.
A veces luego de una separación podemos quedar resentidos, con miedos y crear barreras que no permitan que una nueva persona se acerque a nuestra vida.
Ahí puede aparecer la pregunta… ¿para qué pasar por esto de nuevo? ¿Conocer a alguien, empezar algo… y que todo se diluya?
¿Para qué apostar?
La respuesta no es simple.
Apostar nuevamente a una nueva relación, puede ser un desafío para alguien que quedó muy dañado. Pero de eso se trata, quizás para que duela menos haya que soltar la baranda y dejarse llevar (1).
En lo posible, debemos tomar de las experiencias de nuestra vida, lo positivo. Siempre aprendemos de los demás. Es importante ampliar nuestro punto de vista y ver qué nos dejó una relación anterior; qué aspectos queremos mejorar de nosotros mismos; qué cosas habíamos idealizado… hay un largo camino por recorrer. Dicho camino tiene que ver con el conocimiento de nosotros mismos.
Volver a empezar, cuando nuestro deseo lo habilite puede ser algo agradable si te proponés disfrutar el transcurso, el mientras tanto. Ya de por sí puede valer la pena.
Es interesante descubrirnos haciendo cosas que antes no hacíamos. Patear el tablero, dejar de lado nuestras estructuras.
La vida tiene sus propias reglas y es una especie de inversión. A veces puede ir bien y otras no.
Las relaciones humanas son complejas por naturaleza. El psiquismo humano lo es aún más.
La vida a veces funciona como el tiempo. De repente podemos tener todo en contra, la corriente el viento… hasta que llega un momento, donde las condiciones cambian. Y eso que estaba en contra, ahora es favorable. Hay cosas que no podemos planificar, debemos dejar de lado nuestra omnipotencia obsesiva y aprender a vivir con la incertidumbre. Con la sorpresa. Tolerar la espera, la frustración.
Muchas veces es necesario avanzar para tener una nueva perspectiva de una situación. “dar un paso en el vacío” como menciona el famoso Jodorowsky (2). Y después ver qué pasa.
Obviamente no es simple, pero puede ser una experiencia muy enriquecedora.
(1)Jorge Drexler, cantante uruguayo.
(2) Alejandro Jodorowsky, escritor, dramaturgo, actor. Autor del libro “Psicomagia” entre otros.
Lic. Mariana Gilbert