LA ENERGÍA HUMANA Y LA RESONANCIA
El ser humano es un maravilloso y complejo mecanismo electroquímico compuesto por millares de moléculas que, a su vez, están compuestas por átomos. Y todo átomo contiene, como sabemos, unas cargas eléctricas o sub-partículas llamadas electrones, protones y neutrones.
Además, el ser humano está compuesto básicamente de un 70% de agua (80% en los niños), con las correspondientes cargas electrolíticas que todo líquido contiene. Emitimos y recibimos cargas eléctricas y, todo ser humano, es un conductor idóneo de la energía precisamente por tener tanta agua en el cuerpo; así pues, somos criaturas electromagnéticas y sensibles a cualquier radiación.
También observaremos que, durante cinco mil años, se ha comprobado la existencia de catorce caminos o canales de circulación energética: los doce meridianos bilaterales de acupuntura, además de los dos meridianos centrales que pasan por el centro de la parte delantera y de la parte trasera del cuerpo, siguiendo la médula.
En realidad, solo existe un canal energético largísimo, con un complejo recorrido; donde acaba un meridiano, nace otro; y donde éste termina, empieza el siguiente, y así sucesivamente. Cuando los acupuntores hablamos de catorce meridianos y cuatrocientos puntos, tan solo estamos usando una estrategia pedagógica para su estudio, para la clasificación y la nomenclatura de ese largo recorrido de energía en nuestro organismo y sus puntos ideales de manipulación energética que activan los mecanismos naturales de autocuración de todo ser.
Cada uno de estos meridianos o líneas de circulación del Qi (nombre chino para definir la energía humana, una variante sutil de la electricidad en el interior del cuerpo) contiene varios puntos vitales; esos puntos de acupuntura pueden ser vistos como el lugar de entrada, o de intervención, de la energía vital del cuerpo; los acupuntores, o bien los empleamos para realizar una estimulación, o bien para hacer una sedación de esa sutil energía que va recorriendo el meridiano alterado. Los puntos de acupuntura son los núcleos idóneos a través de los cuales el canal energético debe ser tratado, con el fin de nivelar su flujo de corriente a un ritmo armónico (si la energía vital se encuentra estancada o acelerada).
De todos los puntos de acupuntura del cuerpo, siete de ellos son especialmente importantes (en mi opinión hay bastantes más puntos de carácter vital). A esos siete puntos acupunturales se le llamaron, en lengua sánscrita (muy distante como civilización respecto a la china), los siete chakras, o centros neurálgicos en los que se procesan nuestras acciones volitivas y todos nuestros procesos psicoemocionales. Los siete principales chakras de nuestra anatomía sutil (existen muchos más) vienen a ser como unas centrales de comunicación con el medio circundante.
Cada uno de los chakras, cruces de energía o centros acupunturales, cumple tres funciones básicas. Cada chakra es, a la vez, una central emisora de energía, una central receptora, y una central traductora o transformadora de esa energía. La central receptora es como un radar que recibe todas las ondas que llegan hasta un individuo, procedentes de diferentes agentes (emisores de ondas y a su vez receptores). Como hemos visto, todos nosotros y... todo en general, emite códigos y somos susceptibles de recibirlos a través de cada chakra. La estación emisora de cada chakra propaga nuestra energía personal y singular (biológica, psicoemocional, anímica y espiritual) hacia el exterior, incidiendo en todas las cosas y sobre los demás seres.
La tercera función de un chakra es la estación transformadora. Es como un laboratorio que procesa toda la energía y toda la información recibida para, acto seguido, codificarla. La información necesita ser codificada para que pueda ser leída, interpretada e inteligible (para luego materializarla) por nuestro sistema nervioso y nuestro sistema endocrino. Estos dos sistemas del cuerpo son considerados, más allá de su fisiología densa y orgánica, los dos grandes ‘traductores’ de esos códigos que circulan por doquier. Cada plexo nervioso y cada glándula endocrina se encarga de traducir (o de recodificar bioquímicamente) la información recibida a través del chakra, la cual será recogida y acoplada a nuestro sistema de salud y bienestar anímico, o bien, la información será rechazada, creando interferencias en nuestro cuerpo y en nuestra mente (lo que llamamos enfermedad).
Todo lo resumido en estos párrafos nos da una idea de nuestra compleja sensibilidad energética, pero también nos resulta muy útil para entender el fenómeno de recepción y acoplamiento de ondas que constantemente capta nuestro ser. Generalmente a este fenómeno se le ha llamado la Ley de Sintonía, de Resonancia, o de empatía energética, temas que vienen ampliamente revisados en mis anteriores libros, teniendo en cuenta especialmente las teorías del Isomorfismo de Bertalanfty y la Teoría de la Resonancia Mórfica (o campos estructurales) del bioquímico Rupert Sheldrake.
En los fenómenos de la ondulación, la física nos da la definición de 'resonancia' como: la vibración del mismo tipo, o el ‘acoplamiento’ de la misma frecuencia de onda. Se trata también de nuestra cotidiana sensación de empatía con alguien o con algo.
Este principio de resonancia entre ondas, así como el concepto de empatía o de relación armoniosa entre varios entes (personas, naturaleza, objetos, casas, obras de arte...) no sólo se da con las conocidas ondas sonoras y la música, ya reconocidas y medidas, como hasta ahora lo son también ondas de la luz, los rayos X, las micro-ondas, sino que el concepto de resonancia pertenece a todo el gran y complejo contexto energético dentro del cual vivimos.
Siempre que existe una relación entre dos cosas, o dos entes, se produce cierto movimiento. Todo movimiento o fricción... genera vibración y vida. El movimiento conduce a la dualidad, a la polaridad, e induce a la expansión (nunca a la retracción, ni a lo estático, ni a la muerte). Y muy a menudo el movimiento, o los fluidos, se presentan en varias direcciones y en varias dimensiones (como mínimo, tres); es decir, el movimiento de esa fuerza sutil o fluido, a la que normalmente llamamos energía, tiene una vibración multidireccional y multidimensional, no va nunca en una sola dirección sino que se expande en todos los sentidos.
Ese conjunto inseparable de materia-energía, nos rodea, nos invade y nos bendice. Somos y existimos dentro de ella. Por el momento el hombre no ha aprendido aún a utilizarla conscientemente en toda su amplitud. Esa fuerza inteligente es nuestro sustento y nuestro fluido; está en permanente comunión con los seres vivos. Esta comunicación constante entre materia y energía, entre lo denso y las ondas de lo sutil, nos envía órdenes continuamente. Es el gran sustrato de la comunicación, el medio sin el cual no recibiríamos los imputs o códigos que nos convierten en entes vivos, en permanente proceso de cambio y de desarrollo.
Todo está en su lugar, del mismo modo que todo tiene su significado. La clave de todo ese paradigma energético parece estar en la coherencia. La llave que abre nuevas puertas y posibilidades está en conocer (y re-conocer) el medio coherente donde cada uno tiene que hacer su proceso, en saber emitir ondas coherentes e inteligentes que faciliten el proceso individual y favorezcan también el proceso grupal de esa humanidad inserta en una esfera natural, energética y también sabiamente coherente.
Al buscar la coherencia energética, la encontraremos en varios niveles pero básicamente en la fuerza de la Armonía (vinculada a la fuerza del amor, la paz y la transparencia), una vibración expansiva de alto potencial. Las energías de armonía, de amor, de belleza, de libertad, de unidad, de veracidad y transparencia, por ejemplo, jamás emiten ondas contractivas, caóticas, oscuras, ni emiten fuerzas involutivas o incoherentes. La Armonía, y todas las frecuencias relacionadas o derivadas de ella, son ondas de conocimiento y campos de fuerza inteligentes, activos, organizadores, creadores.
Esa coherencia procedente de las frecuencias de la Armonía, es la que nos proporcionan la capacidad de discernimiento a través del sentimiento y la frecuencia idónea para abrir los bancos de memoria de nuestro ADN completo. Realizar cualquier acto de nuestra vida, ya sea de tipo relacional, creativo, medicinal, etc. siendo conscientes de esos fenómenos y buscando la coherencia energética de todo los que nos rodea y el acoplamiento idóneo de ondas y frecuencias, tal vez sea lo más legítimo que un ser humano puede hacer para honrar su existencia.
Si lugar a dudas haciendo sanación y mejorando tu campo de energía humana conseguimos el Punto de Tensión Equilibrada es un equilibrio tensional que denota y conlleva salud holística. Ya sea sobre huesos, articulaciones, tejido blando, vísceras, órganos, fluidos o campos energéticos, se facilite la recuperación de la libertad y la amplitud de movimientos.
http://www.energiacraneosacral.com/Tu_mundo_de_energia.html