Hoy, expectantes, observamos como el planeta cambia aceleradamente; no sólo en su aspecto ambiental natural global (Meteorología, clima, pluviometría, etc.), sino en la manera como el hombre interpreta su circunstancia vivencial.
La máquina del tiempo tritura viejas estructuras mentales y paradigmas que durante milenios indujeron al hombre a sentirse en lo interno temeroso, desamparado, imperfecto, insano, pecador, inseguro, y consecuencialmente… infeliz.
Estamos rompiendo cadenas atávicas que nos amarraban a supersticiones, gurúes religiosos y santos e iluminados dirigentes, quienes supuestamente representaban la intermediación entre Dios y el hombre, con lo cual logramos liberarnos y acceder directamente a Él mediante la oración -que es una confidencia íntima- más que con el rezo, que es invocación repetitiva y memorizada.
Como Él es nuestro padre y no se requiere antesala o intermediarios para hablar con nuestros padres ¿Por qué lo requeriríamos con nuestro Hacedor? Tal interrogante no tiene lógica y nuestro contacto con Dios no es ilógico sino racional.
Siento que por fin comenzamos a entender nuestro poder interno y capacidad personal para hacer nuestra vida conforme a nuestros ideales, sueños y metas; más seguros que nunca de que nuestro gran Hacedor (Dios), quien es una energía universal que lo organiza todo perfectamente, vive en nosotros; pero de ninguna manera para castigarnos o reservarnos castigos en otra vida, sino para ayudarnos a vivir mejor y conforme a nuestra fe, optimismo, amor, generosidad y diligencia en ésta, con lo cual preparamos el camino para la próxima.
Por nuestra condición espiritual, sabemos que estamos aquí con un propósito, que presumimos de crecimiento y avance en esa instancia, por lo cual debemos deber recorrer este camino de la vida de la mejor manera posible, y para eso está con nosotros el amor, la consecuencia, la aceptación, la generosidad, la solidaridad humana y ese tesoro exclusivo del ser humano, que nos permite transformar cualquier evento a nuestro favor por trágico que fuere: nuestro estado de ánimo.
No tenemos duda que Él vive en nuestro corazón si lo invocamos y hacemos las cosas en su nombre, convirtiéndose y convirtiéndonos en nuestra mejor guía; y nada de eso tiene que ver con la religión que se profese, que responde a un comportamiento personal externo orientado al conocimiento de Dios, por lo cual, el contacto con Él al ser puramente espiritual e interno, acentúa la fe en creencia religiosa y no tiene porque colidir con ella, sino que, jerarquizando la espiritualidad, pudieran complementarse.
Hoy, gracias a esta forma de pensar, sentimos que podemos amar si limitaciones ni exclusiones porque, sin importar quienes somos, de dónde venimos o a donde vamos; cual nuestro sexo, posición social, económica, ideología o religión; sabemos que conformamos la gran familia humana, que es su creación más acabada sobre esta tierra para hacernos uno con él y nutrirnos de su esencia divina que nos transfiere una parte de su poder, que es inconmensurable como lo ratificó Jesús de Nazaret cuando sentenció: “…si tienes fe como una semilla de mostaza, moverás esa montaña…”
Cuando observo tantas personas atemorizadas por el castigo divino que supuestamente les espera; que se complican su vida con problemas, que por su intrascendencia son sólo asuntos por resolver, siento que por ignorar ese poder heredado de Dios, están desperdiciándolo para resolver asuntos elementales de sus vidas, que progresivamente convierten en importantes.
Por experiencia propia sé que no es difícil producir esos cambios de actitud, ya que mientras no los conocí, procesé internamente, me convencí y practiqué, también viví con temores, zozobra y angustias injustificadas, que sólo eran producto de mi ignorancia de ese esencial conocimiento tan fácil de usar, pero que atrasaron mi felicidad y la que pude dar a otros por muchos años.
Es un tema de reflexión que dejo para mis lectores, en la vía de ayudarles a vivir una vida con menos temores y más edificante, que en mi caso me dio inmejorables resultados y no tengo duda que quien de ustedes se convenza de ello, mejorará en muy poco tiempo su forma de vida, convirtiéndose en fuente amor, optimismo y bondad para sus relacionados.
En recuerdo de lo que pude hacer y no hice por mí mismo y por las personas que amé y amo, precisamente por desconocer y no aplicar estas verdades, quisiera ayudar a otros a evitárselo dejándoles para su revisión, meditación y a ser posible ACTUACION, estas reflexiones que no son ficción sino experiencias de mi propia vida.
Por todo esto, amorosa pero respetuosamente, les sugiero que, más allá de cualquier creencia religiosa –que no se afectaría con su nueva actitud- se convenzan de que tienen ese poder de Dios dentro de sí mismos, y úsenlo diariamente en su amor con la familia, trabajo, salud y en sus relaciones con las otras persona y puedo asegurarles que SERÁ ESPECTACULAR EL CAMBIO EN SUS VIDAS.
QUE DIOS LES BENDIGA HOY Y… SIEMPRE.
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