Muchos maestros espirituales a lo largo de la historia siempre nos han transmitido la idea de que nuestro espíritu junto con nuestras emociones deberían ser un lago sereno constantemente. Sin embargo es un hecho totalmente reconocido que para el ser humano normal y corriente resulta muy difícil no dejarse arrastrar por los diversos sentimientos que va experimentando cada día. El cansancio, el enfado, la alegría, la tristeza, etc… son emociones que están a la orden del día y que nos impiden mantenernos en un estado espiritual elevado.
Esta meditación está orientada a paliar los efectos de ese tumulto de emociones y ayudarte a elevar tu espíritu.
1. Preparativos: Busca un ambiente agradable y en el que puedas estar muy tranquilo. Tómate todo el tiempo que necesites para sentirte lo más a gusto posible.
2. Relajación: intenta relajarte todo lo que puedas. Respira profundamente tres veces. Escucha durante unos instantes los latidos de tu corazón y siente que todo tu cuerpo PESA y se RELAJA.
3. La montaña: cuando te sientas preparado para comenzar, visualiza una montaña. Puedes imaginarla como más te guste, pero que sea una montaña robusta y muy sólida. Ten presente que esa montaña te representa a ti, y es por eso que queremos que sea fuerte, porque tu eres fuerte en tu interior. Tómate todo el tiempo del mundo para conseguir visualizarla correctamente. Si al principio visualizas una montaña inestable, no te preocupes. Ve transformándola lentamente hasta que tengas el resultado que esperamos.
4. La posición de Buda: a continuación debes visualizarte encima de la montaña. Sitúate en la parte más alta. Siéntate en la posición del loto o la conocida posición de buda y mira hacia el horizonte. De momento no debes visualizar nada más que la montaña y a ti mismo. Así que aunque mires al horizonte, no debe haber nada allí. Tómate unos minutos para sentirte en la posición meditativa y busca una sensación interior de contemplación. Esto significa que debes intentar vaciar tu mente, y sentir el espíritu. Al principio te puede costar, pero con el tiempo verás que lo consigues en seguida.
5. El lago: cuando ya te sientas preparado debe aparecer ante tus ojos un gran lago sereno, de aguas cristalinas y puras. Puede tener la forma que quieras, el color que quieras, y estar a la altura que quieras. Puedes visualizar que el lago está justo delante de ti, o que está a lo lejos. En definitiva, puedes visualizarlo como desees, pero siempre debe estar sereno y con sus aguas cristalinas. Este es el centro de la meditación de manera que mantén la visualización todo el tiempo que quieras. Procura evitar los pensamientos cotidianos y busca sobre todo sentir la serenidad y paz interior de tu espíritu y tus emociones.
6. El sol: Si lo deseas puedes añadirle un sol a tu imagen interior. Ese sol puede estar en la posición que quieras, pero siempre brillando con toda su fuerza y en el cielo no hay ninguna nube que impida pasar su luz. Ese sol, emula tu energía espiritual, así que siempre debe brillar al máximo y con total perfección.
Para salir de la meditación no necesitas demasiados esfuerzos. Abre lentamente los ojos y mueve despacio el cuerpo como desperezándote. Notarás que te encuentras más calmado, más sereno e incluso un poco más sabio. Esta meditación puede parecerte muy sencilla, pero está demostrado que es tremendamente eficaz, sobre todo si se hace asiduamente.
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