Hay días en los que nos sentimos más o menos, ni tan tristes, ni tan enojados, ni ni ni…es la palabra justa. Estamos con una sensación de “descontento” que en nuestra jerga misionera se traduce en “estar pichado”.
El descontento es sinónimo de insatisfacción y puede tener muchas aristas pero básicamente es una sensación de vacío interno que no puede llenarse con nada externo. Ninguna cosa que hagamos compensará ese malestar.
¿Qué nos puede provocar ese vacío interno?
La autocrítica: no nos gusta cómo somos o lo que estamos haciendo, nos desaprobamos, por lo tanto ningún halago exterior podrá “llenarnos”. Tenemos baja la autoestima.
El estar permanentemente enfocado en la meta-futura, sin poder disfrutar de ESTE momento de la vida. Es perfecto tener objetivos pero si siempre estamos persiguiendo algún objetivo allí adelante, eso nos hará sentir insatisfacción en el ahora porque toda nuestra energía-intención está en el futuro. Este modo equivale a no hacer lo que sea que estemos haciendo desde un lugar de dicha, porque las sentimos, sino para recibir una compensación, para obtener un resultado, para recibir algo a cambio (aunque muchas veces no seamos conscientes de esto). Esta es forma de huir de nosotros mismos, de estar en nuestra compañía, de enfrentar lo que estamos sintiendo en ESTE momento, ahora. Y la insatisfacción se hace generalizada: una vaga sensación de que “nada es suficiente” en todas, algunas o un área de nuestra vida.
Todas las adicciones vienen de no estar a gusto con nosotros mismos, hacemos cualquier cosa para no estar en nuestra compañía: Internet, chat, bebida, comida, cigarrillo, compras, pensamiento imaginario permanente y compulsivo, etc.
La inseguridad en nosotros mismos: habitualmente buscamos tener seguridad en lo externo, en nuestra imagen, en nuestros roles y etiquetas, en nuestra pareja, en el dinero, etc pero la seguridad duradera viene únicamente de nuestro interior, no de la aprobación de los demás ni de lo que está sucediendo externamente. Esa “seguridad” de afuera es endeble y cambia permanentemente por lo que implica una gran inestabilidad y dependencia.
El descontento siempre es interno, no es provocado por ninguna circunstancia externa, más bien al revés: con nuestro descontento provocamos o creamos las circunstancias externas que a su vez confirman que estamos así: descontentos! Por eso, podemos modificar lo externo una y mil veces, cambiar de trabajo, de casa, de pareja, de look, pero hasta que no hayamos sanado esa sensación interna de inconformidad, seguiremos estando así, sintiendo ese vacío. Por otra parte, el descontento solo lastima a quien lo siente y es una actitud cerrada.
Opciones para disminuir y eliminar el descontento:
Encontrar el amor dentro de nosotros, cultivar esa alegría interior en cada momento, estando atentos plenamente a cada cosa que hacemos. Sentirnos plenos internamente que es mucho más satisfactorio que el placer físico fugaz. Llenar nuestra sensación de vacío con amor. El amor comienza por auto-aceptarnos como somos, amando primero lo que rechazamos de nosotros mismos. Así dependeremos únicamente de nuestro estado interior, ¿no es maravilloso?
Hacernos responsables: tomar consciencia de nuestro descontento, reconocerlo para salir de ese lugar. Nadie más que nosotros puede “arreglarnos”. La forma en que encaramos las crisis o los eventuales problemas depende solo de cómo elegimos ser en esas circunstancias. Ser responsables es saber que así como creamos descontento, también podemos crear alegría, porque como compartí antes, es una sensación que viene del interior y no es producto de nada externo.
Elegir ser la alegría, haciéndolo todo desde ese lugar, nos guste o no nos guste lo que estemos haciendo, eso es un “detalle”.
Apreciar: ver las cosas con una perspectiva positiva optimizando lo que hay y no lo que falta. Es pensar: “si” en vez de “mmmm…no”.
El descontento, puede ser una oportunidad para tomar consciencia de que no dependemos de nada exterior para estar contentos y proponernos entonces: ser nosotros el cambio.
ALICIA ORFILA –
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