Cada día de nuestra vida tratamos con personas, algunas de las cuales dejamos acercar a nuestros entornos privados, a veces con resultados desastrosos. Cómo escoger a la gente adecuada a nuestras necesidades y evitarnos dificultades?
En nuestra vida, las relaciones personales son una prioridad por razones de necesidad y de elección voluntaria. Requerimos de la presencia, la proximidad, el afecto y el apoyo de otros, para lograr nuestras metas y disfrutar de cierto grado de bienestar emocional. Sin embargo, algunas de las personas que llegan a nuestras vidas pueden contribuir a complicarla, por lo que requerimos saber elegir a quien dejaremos entrar a nuestro círculo privado, sea personal y profesional.
Ronald Hubbard, estudioso del comportamiento humano, ha señalado que debido a que a que todos tenemos en común las emociones, y dado que cada emoción tiene asociados cierto tipo de comportamientos más o menos estandarizados, es posible servirse de ellas, como criterio válido para elegir al tipo de gente que deseamos aproximar a nuestras vidas.
Para Hubbard, las emociones que habitualmente experimentamos, afectan nuestras decisiones y conductas cotidianas. Este autor ha clasificado las emociones en tres tipos: bajas, medias y altas. Y considera que quienes se ven influidos por estados emocionales bajos, se muestran típicamente quejosos, desganados y pesimistas. Los que estén influidos por emociones altas actuarán desde el entusiasmo, de manera enérgica y sus pensamientos tendrán un signo frecuentemente optimista ("Qué bello día", "sé que encontraré la solución, etc."
Ruth Minshull, discípula de Hubbard y autora de un libro sobre este tema, afirma que cuanto más alta este una persona en la escala de emociones, mejor se siente, más eficaz es, y más segura y competente se muestra. Asimismo, mientras más baja está una persona en la escala emocional, más sufrirá y más cerca estará de una vida negativa. Ella se basa en una clasificación, una escala emocional, creada por Hubbard denominada “escala tonal de emociones”, que consta de 16 emociones, y que tiene por objeto ayudarnos a comprender que a pesar de que las personas experimentamos variadas emociones, existe en nosotros un estado anímico latente o promedio, que es el punto emocional donde frecuentemente nos encontramos, pese a los cambios ocasionales. Quiero destacar de esa escala, cuatro emociones básicas: Aflicción, miedo, hostilidad y entusiasmo.
Se puede estar en un nivel emocional bajo por una situación crítica como pérdida de familiar o un accidente, o por considerarnos incapaces o inmerecedores de las cosas buenas de la vida. Quienes permanecen mucho tiempo en estado de aflicción tienden a autodestruirse con drogas alcohol, intentos de suicidio, etc.; no ven buen futuro, evaden sus responsabilidades y se muestran aburridos, inactivos y con remordimientos. Culpan a otros, exageran las dificultades y evaden o buscan salvadores, para no tener que actuar.
Quienes tienden a experimentar miedo, suelen aparecer como tímidos, modestos o suspicaces, ven el mundo como amenazante, se la pasan tensos, temen los riesgos, y con frecuencia hablan de la necesidad de protegerse. Les cuesta disfrutar, entregarse, tomar decisiones y comprometerse.
En un grado más alto está la hostilidad, que puede reprimirse o expresarse. En el primer caso, aparece como agresividad encubierta, y se traduce en falsas posturas de afabilidad que ocultan conductas destructivas como chismes, mentiras y /o exageraciones, búsqueda de aprobación, carencia de tacto y baja responsabilidad. Hay poca sinceridad y muchas quejas, gritos, resentimiento y resistencia a aceptar errores. En la vida social, padecen conflictividad permanente.
En lo alto de la escala están los entusiastas, que son responsables y alegres, dinámicos y originales, con apertura y facilidad para integrarse con otros son gente abierta a aprender de lo nuevo y no se detienen fácilmente ante las adversidades. Son parte de lo mejor del mundo. Aquí entran los pioneros, los buscadores de verdades, los que creen que vivir vale la pena. Son buenos amigos que no se desalientan ni se detienen fácilmente.
A la hora de elegir personas de su confianza como pareja, socios o empleados, use estas referencias, y observe estos indicadores: como se siente al acercarse y hablar con ciertas personas, cual es su nivel de prosperidad, sus temas de conversación predilectos, su capacidad de negociación, de adaptación y de recuperación ante dificultades, el cuidado de su imagen, su grado de ética, su ubicación temporal mental (piensa en el pasado, el futuro, el presente). Estos parámetros le mostrarán un rostro que anticipa la calidad de las relaciones que tendrá, y le evitarán contratiempos, desengaños y falsas expectativas. Así sus vínculos serán más productivos, satisfactorios y duraderos.
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