Si es deseable un cuerpo hermoso, más importante es tener un alma bella
Resulta significativa la relación que existe entre un cuerpo saludable y un cuerpo bello: cuando procuramos mantener la salud del cuerpo mediante un estilo de alimentación frugal y balanceado; y mediante la realización constante de ejercicios, poco a poco nuestro cuerpo se pone en “forma” y bonito.
Ciertamente, ésto no es fácil: la comida más sabrosa – las pastas, los dulces, los helados, las gaseosas, y un sin fin de cosas deliciosas – suele ser la peor para nuestra salud y para guardar la “línea”; y los ejercicios físicos – cuando se está empezando al menos – nos llenan de “agujetas”, dolores musculares propios del esfuerzo, de pequeños achaques, y nos obliga a estirar, a descansar, y a mantener la perseverancia para superar nuestra pereza y no hacerle caso a esas molestias.
Igual ocurre con el alma: un alma saludable se vuelve bella.
El alma bella y saludable
¿Qué es el alma? ¿En qué consiste un alma saludable y bella? ¿Cómo se trabaja todo esto?
El alma era llamada “psiquis” en la antigua Grecia. Así, en el ser humano, siguiendo las enseñanzas de la Filosofía Tradicional, el alma es aquello que nos anima, que nos da una vida propiamente humana y nos diferencia del animal: nuestras emociones y nuestros pensamientos.
Un alma saludable es aquella que tiene pensamientos saludables y emociones saludables:
ha encontrado un propósito trascendente en su vida, una finalidad en la vida, más allá de las necesidades biológicas
ha superado la credulidad y en cambio ha alcanzado las convicciones propias del que sabe
tiene ideas y principios claros y verticales en los que basa su vida
antepone el sentido del deber a la búsqueda del beneficio personal
es abierto a los puntos de vista y opiniones de los demás, esforzándose genuinamente por comprenderles
es tolerante y acepta las diferencias
no acepta las injusticias, y apoya las causas nobles
evita la crítica dañina, las malas palabras, las conversaciones vanas y ociosas, y los pensamientos perniciosos
mantiene la mente ocupada a través de la lectura, la reflexión, el arte, el trabajo y la oración
cultiva los mejores sentimientos y controla las pasiones negativas
elimina toda forma de rencor, resentimiento, nocividad, mala voluntad hacia sí mismo y hacia los demás
y un largo etcétera
Es curioso: todos tenemos una elevada noción de qué significa “ser humano”. Cuando decimos o pensamos “¡esa persona sí que es humana!”, o, al revés, “¡qué inhumano!”, es porque tenemos un alto concepto de nuestra humanidad.
Tener un alma bella es ser humanos.
Disciplinas para el Alma
La salud del alma, igual que la del cuerpo, exige de disciplinas, de esfuerzo, de superar la inercia propia de la piedra y la gula de dejarse llevar por lo “sabroso”.
Es más fácil encender la televisión que ponerse a leer; es más fácil dejar que otros piensen por uno que ponerse a reflexionar; es más fácil criticar a una persona a sus espaldas, que tener el coraje de ver con ella lo que no nos gusta; es más fácil emplear un lenguaje sucio y zafio que esforzarse en escoger mejor las palabras; es más fácil contar chistes vulgares, que tener interesantes temas de conversación; es más fácil vivir en la inconsciencia que desarrollar la propia conciencia.
También es más fácil dejarse llevar por las emociones y las pasiones animales que cultivar los sentimientos limpios y hermosos; es más fácil alimentar el rencor y el resentimiento que perdonar y corregir; es más fácil seguir el impulso de nuestras fantasías animalescas, que elevar la conciencia a las regiones de lo humano.
Pero todo esto afea al alma y la enferma.
No por nada Platón recomendaba una educación basada en el despertar del alma a través de las artes, y en disciplinar el carácter y el cuerpo a través de la gimnasia para formar seres humanos integrales, bellos, completos.
Atrévete a trabajar por un alma bella: es mejor y más saludable. ¡El mundo lo necesita!
http://www.filosofiaparalavida.org/2012_06_un-alma-bella.html