Es importante aprender a estar conscientes de lo que pensamos, creemos y hacemos. Igualmente es vital tener una mente abierta y estar dispuestos a cambiar hábitos y paradigmas equivocados por otros que sean mucho más favorables para nosotros. La vida nos ofrece la oportunidad constante de aprender y crecer. Por eso debemos estar atentos y abiertos, y no dejar que los prejuicios nos afecten. Como decía un viejo maestro: "Si al acostarte no aprendiste algo nuevo, has perdido tu día, y si nos has cambiado en algo, no has vivido, pues sólo te has repetido".
Desde pequeños aprendemos de nuestros padres su concepto de espiritualidad, sus creencias, sus ritos que, poco a poco, fuimos incorporando a nuestro estilo de vida. Para algunos, la espiritualidad está separada de la cotidianidad; hay quienes se dividen en dos o en muchos más para comportarse de acuerdo a la situación o a las personas con las que se relacionan en un momento dado.
Yo creo que nuestras vidas espiritual y cotidiana deben estar totalmente conectadas, que no podemos separarlas, pues son nuestras creencias y valores los que nos impulsan a actuar o a interpretar la existencia de una manera determinada. Convertirnos en personas más espirituales nos hace responsables de ser más auténticos y más coherentes con aquello que creemos.
La espiritualidad no sólo consiste en orar y a alabar a Dios en un templo o a través de un rito determinado, va mucho más allá, implica volvernos practicantes del amor incondicional al tener presente que Dios se encuentra en todas partes, inclusive en aquellas situaciones y personas que nos afectan.
Darle un sentido espiritual a nuestra existencia nos dará el impulso, la motivación y las ganas para ser más participativos en la construcción de una mejor calidad de vida para todos. Además, hará que nos sintamos más dispuestos a brindar un servicio amoroso y desinteresado a los demás; y nos ayudará a volvernos más pacientes, tolerantes, comprensivos y respetuosos.
Cómo incorporar la espiritualidad a nuestra vida cotidiana
En el trabajo. Esta es una oportunidad para hacer lo que más nos gusta, para desarrollar nuestros talentos, para sentir el goce del logro y la realización personal, pero también es la oportunidad de entregar lo mejor de nosotros mismos con alegría, entusiasmo y excelencia al mundo. El dinero, el reconocimiento o el prestigio llegan como una consecuencia.
En la familia. El amor nos impulsa a construir un espacio a salvo para nosotros y para nuestros seres queridos, donde el respeto, la aceptación, el buen trato, el cariño, la comprensión, la comunicación y los valores espirituales nos permiten mantener y fortalecer el vínculo familiar.
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