Muchas veces en nuestras vidas nos encontramos frente a frente con situaciones verdaderamente críticas, en donde de un momento a otro, sin avisar, el cielo se nos cae a pedazos y el mundo se cierra, todo se pone en nuestra contra e irremediablemente sentimos que vamos en caída libre, sin que nada nos detenga.
Nos abrumamos ante la crisis y nos acobardamos ante la pérdida, nos convertimos en un manojo de nervios, incertidumbre y pánico. Los problemas se acumulan, el tiempo se acaba y todas las circunstancias difíciles se juntan y de la peor manera posible.
Pero a pesar de que la situación sea muy crítica, lo más grave es que nuestra reacción exagerada de pánico, pesimismo y angustia, complica mucho más el problema y hace que sea más difícil de sobrellevar y solucionar la desagradable situación. Sólo la calma y la serenidad, además de una actitud optimista, una confianza plena en nosotros y en la vida, un plan de acción concreto y realizable, y una acción serena y continua, serán las herramientas que paso a paso nos lleven a puerto seguro.
Cuide su actitud: No se ponga demasiado pesimista. Es normal que perdamos confianza y veamos todo negro, pero recordemos que si entramos en negativismo total, dedicándonos a renegar y a compadecernos de nosotros mismos, quejándonos y magnificando la situación difícil, perdemos la perspectiva y matamos cualquier iniciativa que nos ayude de alguna manera a superar nuestra crisis.
Tampoco abandone sus sueños, es normal que tendamos a protegernos y desanimarnos, pero recordemos que todo siempre pasa, sólo tenemos que tratar de mantenernos firmes y tratar de pasar el mal momento de la mejor manera y sobrevivir, afectándonos lo menos posible mientras amaina la tempestad. Ponerse demasiado optimista es también peligroso, pues si perdemos nuestro polo a tierra y nos volvemos soñadores, evadiendo la realidad, esto impedirá que actuemos con buen criterio y determinación. Recordemos que si no tomamos una decisión y acción inmediatas, las cosas se van complicando más y más, pues de verdad las cosas usualmente no se arreglan solas casi nunca.
Miremos desapasionadamente la situación, consultemos con los amigos o expertos, si es el caso, y busquemos una salida con confianza y fe tratando de tomar decisiones sanas.
Ni rabia ni miedo: Las dos emociones más destructivas que siempre acompañan las crisis, son la ira desenfrenada y el miedo paralizador.
Aunque los hechos sean desoladores debemos mantener siempre la cabeza fría, evitar la rabia y nunca agredir a los nuestros (familia o colaboradores), sin importar la presión o el estrés que estemos soportando. Mantenernos unidos es vital. El echarnos culpas, el regañar o el gritar los unos a los otros no mejora la situación, sólo la empeora. Tratemos de canalizar nuestra frustración y tranquilizarnos; es fundamental permanecer unidos sin agredirnos a pesar de la adversidad. El miedo es también un gran obstáculo para sobrellevar las crisis. El pánico nos impide pensar con claridad, además de que nos paralizará y evitará que tomemos cualquier acción. Asimismo, nos llevará a sufrir el doble con un gran desgaste emocional.
Para combatir el miedo, hágase estas preguntas: ¿Qué tan posible es que me pase lo que tanto me preocupa? ¿Qué puedo hacer para minimizarlo o evitar que eso pase? ¿Y si pasa, qué? En verdad, ¿a qué le tengo miedo?
Es aconsejable tomarse unos momentos para reflexionar y, de ser posible, conversar con un buen amigo que nos dé otra perspectiva de la situación. Unas palabras de aliento o una opinión diferente a la nuestra aclaran los pensamientos y nos permiten ver elementos que antes no veíamos a pesar de ser absolutamente obvios.
Siempre hay tiempo: Cuando enfrentamos una situación de crisis, corremos sin cesar y sin saber a dónde, tenemos una falsa sensación de acoso, corremos sin ton ni son. Lo mejor es detenernos un momento y pensar con calma a pesar de la situación, ahorrar energía y tiempo, evaluar lo que disponemos y lo que nos falta y después actuar con tranquilidad y seguridad, la calma en estos momentos es vital.
Disponga lo mejor que pueda de lo que tenga en donde esté. Con limitados recursos y ante todo pronóstico trate de salir adelante, en eso radica la diferencia entre un ganador y un perdedor. Agudice su ingenio, déle rienda a su creatividad, duplique o triplique su esfuerzo, anímese y sin mirar para atrás salga con todas sus fuerzas de esa situación difícil. Siempre se puede. Recordemos que el que no sale a ganar ya ha perdido.
Todo pasa. La rueda de la vida es un continuo subibaja, todo es cuestión de tiempo, lo importante es sortear los momentos difíciles inteligentemente. Espere y prepárese para cuando llegue una nueva oportunidad. En muchas ocasiones lo tenemos todo y no logramos vivir plenamente. Y entonces nos llegan situaciones inesperadas, que en principio parecen negativas, aunque son verdaderas bendiciones. Después, en el tiempo, cuando hayamos dejado atrás esos instantes de crisis que parecían insuperables, sonreiremos y las recordaremos sólo como dulces experiencias, al ver cómo salimos airosos de ellas.
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