¿Eres de las personas a las que les gustaría tener todo bajo control? ¿Constantemente estar supervisando a todas y a cada una de las personas que se relacionan contigo? Tal vez estás perdiendo espontaneidad y la capacidad de aceptar a los demás como son, sin darte cuenta. Asumir las responsabilidades propias es una cualidad que todos deberíamos reforzar, pero caer en la trampa del perfeccionismo obsesivo puede llevarnos a querer tener todo bajo control, incluyendo a nuestros seres queridos, lo que puede ser un grave error.
Cuando tratamos de controlarnos a nosotros mismos. Hay personas que continuamente se mantienen controladas, reprimidas. No se permiten expresar ninguna emoción, mucho menos ser espontáneas. Todo pasa a través del tamiz mental de su cabeza y sus respuestas siempre son racionales. Generalmente sufren de exceso de responsabilidad pues sus intereses están mayormente centrados en el trabajo.
Cuando tratamos de controlar a otros. No aceptamos las diferencias de los demás. Un sentido perfeccionista hace que les exijamos constantemente. Cuando no actúan o piensan como nosotros, nos frustramos y corremos el riesgo de volvernos irritables y agresivos. Generalmente se dificultan las relaciones con los demás y nos es difícil trabajar en equipo.
Cuando tratamos de controlar las cosas. La emoción más frecuente es la frustración... porque a pesar de que planificamos muy bien, a veces las cosas no salen como esperamos y esto nos produce frustración. Hay personas que, como consecuencia de este sentimiento, se deprimen y permanecen bajitas por mucho tiempo, y otras se vuelven agresivas y defensivas. Estas son personas que tienen además un orden riguroso sobre todas las cosas y pretenden imponerle este orden a los demás. Generalmente ocupan más tiempo del que necesitan para hacer cosas sencillas, buscando la perfección y el control de todo a su alrededor.
Una persona perfeccionista y controladora generalmente quiere asegurarse de que nada sucederá de improviso y pensará siempre en lo peor que puede suceder, para prepararse y evitarlo.
Los padres que exigen que el niño lo haga todo correctamente y sin equivocarse, inhiben su espontaneidad. Un niño debe ser apreciado por ser él mismo, no por sus logros.
Toma una respiración suave y profunda y suelta el control sólo por unos minutos... ¡relájate!
Permisos para soltar
Atrévete a hacer las cosas aunque te equivoques. Cometer errores es la mejor forma que tenemos de aprender en la vida. Además no se espera que seamos perfectos... Así que vale la pena atreverse y arriesgarse, aun con la posibilidad de equivocarnos. Déjate ser... en la medida en que te permitas aventurar, disfrutarás más de la vida.
Evita ser ordenado compulsivo. Recuerda que un orden excesivo puede significar rigidez y una gran limitación. Mantén un orden natural, y cuando las cosas salgan de su sitio, acéptalo y vive con eso a menos que sea determinante. Si dejas los platos recogidos y sucios en la noche para lavarlos al día siguiente, no pasa nada. Si tienes una pareja desordenada, acéptala y crea recursos para facilitarle el orden y a ti la recogida.
Disfruta lo inesperado. Recuerda que la vida está en constante movimiento. Así que todo el tiempo se renueva a sí misma. Lo inesperado siempre llegará a nuestra vida, prepárate para recibirlo con tu mejor sonrisa. Recuerda que cuando las cosas no ocurren como esperas, siempre hay una buena razón cósmica. Acéptalo y disfrútalo. Sé flexible.
Evita ser demasiado exigente. Te puedes convertir en un padre, en un jefe o en un amigo tirano al pretender que tus seres queridos o tus subalternos actúen, piensen y decidan como tú lo harías. Recuerda que cada persona tiene sus talentos y hay quienes tienen la claridad y el liderazgo para guiar a otras sin atropellarlas por sus diferencias. Fíjate en sus cualidades, acepta sus limitaciones y potencia siempre lo mejor de todos.
Permítete ser emotivo. Suelta el control y date permiso para manifestar tus sentimientos libremente. Es importante aprender a expresar lo que sientes con naturalidad; forma parte del proceso de mantener la salud emocional y física. Además, somos genuinos en la medida en que actuamos con espontaneidad y responsabilidad. Atrévete a decir lo que sientes y quieres en verdad.
Cuando también dejamos ver nuestras limitaciones, nos mostramos vulnerables pero más auténticos, esto permitirá que los demás puedan conocer nuestra verdadera identidad y conectarse con ella.
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