La conciencia es la matriz, el campo de infinitas posibilidades del cual surgen todos los seres y cosas. Considerándolo así, podemos aceptar que vivimos en un universo vivo y participativo. De la misma forma debemos considerar a la tierra como un organismo, con esencia vital y conciencia.
Sabemos que energía y materia no son diferentes, pero...
¿Qué es lo que hace que la luz se cristalice en materia?
Una de las explicaciones la dio uno de los padres de la física cuántica, Max Planck, al declarar que detrás de la realidad física debe existir también una gigantesca mente consciente que le da vida y le permite existir materialmente.
"Somos pensamientos en la mente de un gigante". (Jorge Luis Borges)
"Tratar de describir la realidad es como explicar un sueño dentro de otro sueño. Verdadero o falso, todo es sueño". (Maestro Dogen)
Nuestros cuerpos crean campos de energía electromagnética con una determinada longitud de onda y frecuencia que perturban y desordenan al campo, esto les permite al mismo tiempo, emitir y recibir información y generar orden a nivel molecular.
Así estamos en continua comunicación con una matriz universal consciente que parece tener características holográficas. El término holográfico hace alusión a la naturaleza lumínica de nuestra percepción y que en realidad la imagen que se crea es la transducción de un patrón de interferencia generado por la luz coherente.
Durante la segunda mitad del siglo XX, Herbert Frohlich y Fritz Popp estudiaron este patrón energético de los seres vivos. Se descubrió por entonces que las moléculas vibran al unísono y se comportan como una sola supermolécula, estableciendo un patrón energético coherente y único. Así se pudo detectar una emisión lumínica por parte de las células, similar a la de un láser. Esta bioluminiscencia ultradébil fue conocida con el nombre de "radiación mitogenética".
El campo energético biofotónico es holográfico, sus patrones de interferencia crean señales que son traducidas por las células y además posee la propiedad de que la parte (individuo) contiene la información del holograma completo (universo). Existe una conectividad instantánea entre la parte y el resto de las otras partes, y entre las partes con el holograma entero.
Esta es otra de las características fundamentales del universo y del ser humano como proyección de este: cada parte contiene la información del todo. Cada volumen de la escala de Planck o “pixel” de la realidad (10-35 m3) contiene una cantidad enorme de información, en virtud además de su entrelazamiento cuántico. Esta característica de no localidad le permite, a cada partícula compartir información con el resto, más allá del tiempo y del espacio.
Para la concepción clásica de muchos físicos (incluido Einstein) la mecánica cuántica fallaba en muchas de sus predicciones, es decir era una teoría incompleta. Según la paradoja Einstein Podolsky Rosen (EPR), que se fundamenta en la asunción de "localidad" (los efectos físicos tienen una velocidad de propagación finita) y de "realidad" (los estados físicos existen antes de ser observados). Desde esta concepción, los atributos observables de las partículas, tienen valores definidos independientemente del acto de observación. Bell mostró que el realismo local conduce a un requisito para ciertos tipos de fenómenos que no está presente en la mecánica cuántica. Este requisito es denominado desigualdad de Bell.
Estos dos puntos representaban el eje de la discusión. Por un lado, el realismo: la idea de que las cosas son como son y tienen unas propiedades determinadas, independientemente de que las midamos o no. Incluso en términos de mecánica cuántica, cuando uno se pregunta, “¿dónde está el electrón? ¿Que velocidad tiene? ¿Cuál es su espín?, es decir, ¿cómo son las cosas en realidad?”, lo que hacemos, de manera consciente o inconsciente, es tratar de darle forma “real”, y esto es algo profundamente enraizado en nuestra forma de percibir el mundo. Como sea, es siempre el observador el que moldea la realidad.
Y por otro lado, el localismo, es decir, la idea de que los sucesos se producen en un lugar determinado y sus consecuencias viajan por el resto del Universo pasando por todos los puntos intermedios, nunca más rápido que la velocidad de la luz, lo que invalida la simultaneidad.
Es más fácil comprender la idea de localismo siguiendo la idea de Einstein, es decir: no existen “acciones fantasmales a distancia” que conecten, de forma instantánea, puntos diferentes del Universo. Lo que haga en un lugar no puede tener consecuencias inmediatas en otros lugares muy lejanos. Al igual que el realismo, el localismo es una idea implícitamente asumida por la física clásica y relativista aunque la física cuántica en muchos casos lo contradiga.
John Bell propuso mediante un teorema, una forma matemática para poder verificar la paradoja EPR.
En 1964, este físico británico logró deducir unas desigualdades asumiendo que el proceso de medición en mecánica cuántica obedece a leyes deterministas, y asumiendo también la condición de localidad, es decir, teniendo en cuenta las críticas que EPR hacían a la cuántica. Si Einstein tenía razón, las desigualdades de Bell son ciertas y la teoría cuántica es incompleta. Si la teoría cuántica es completa, estas desigualdades serán violadas.
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