La persona gorda recurre a dieta, ejercicio y medicamentos para adelgazar, algunos de ellos cuestionables, otros recomendables.
No obstante, el ingrediente principal sigue sin aparecer:
Ese elemento clave
es una imagen clara, intensa e inspiradora
que mande el mensaje a las células
para que ellas hagan lo que saben hacer.
Esta imagen es la instrucción sin la cual poco o nada va a cambiar.
En realidad, la imagen sí está, pero es justamente la imagen de lo que no quiero: la del sobrepeso, del cuerpo que no quiero, del exceso que no quiero.
Lamentablemente esa es la instrucción que le mando a mi células de manera inconsciente. Ese mandato interfiere con todos mis esfuerzos y con todo régimen para adelgazar.
“Es que ya no quiero ser gorda”
“Me da vergüenza mostrarme ante los demás”
“Ya siento que mi cuerpo no aguanta más”
No hay nada peor que sentirme mal con mi propio cuerpo.
Me baja la autoestima, me siento sin control sobre mi propia vida y me genera las emociones más destructivas.
La desesperación me puede llevar a acudir a dietas de diferentes tipos, a medicamentos nocivos que en su mayoría son efectivos por un cierto tiempo y a otros tipos de sacrificios que me resultan en poco o ningún avance, cuando no en un franco deterioro.
La clave
El asunto me resultaría más fácil si tan sólo pudiera comprender que las células de mi cuerpo son las principales actoras en este proceso y que mi comunicación con ellas es la que puede generar el mayor cambio.
Cada persona que me he encontrado con el problema de sobrepeso mantiene en su mente la imagen de lo que no quiere:
Se ve como una persona gorda
Se lamenta con una fuerte emoción
Sus pensamientos son negativos
Esa imagen se transmite como mandato a mis células y ellas hacen lo posible por cumplir con la instrucción – justo con la instrucción de lo que no quiero.
Para transformar mi condición física, empiezo por darle vuelta a esa imagen.
Empiezo a generar una visión de…
cómo quiero verme
qué ropa quiero usar
cómo me siento con mi cuerpo pesando los kilos deseados
Con lápiz en mano, busco emociones y pensamientos…
que sienta realistas
que me generen una emoción positiva
que me inspiren y me impulsen
Y así construyo la meta que quiero alcanzar.
“Es lógico que si me quejo de que estoy gorda, es porque quiero llegar a eso que mencionas. Todo el mundo lo puede entender.”
Todos te entenderemos, pero tu cerebro es fiel a esa imagen que emites.
Parecido a cuando buscas en Google algún tema. Si digitas la palabra “gorda”, te aparecerán páginas sobre gordura. Si digitas “esbelta” los resultados serán muy diferentes.
Ley de la Atracción
La conocemos muy poco, pero la Ley de la Atracción nos explica que atraigo hacia mí todo lo que es similar a mi vibra, a la onda en la que ando, a mi frecuencia dominante.
Si vibro gordura, atraigo gordura. Si vibro delgadez, atraigo delgadez.
“No me estás entendiendo. Te digo que estoy vibrando NO gordura.”
Un sí o un no, no hacen diferencia alguna. Si no me crees, pregúntale a Google y verás.
Si tienes en tu mente la imagen de gorda o de NO gorda, sigues vibrando gordura.
Te sugiero que vibres esbeltez para que la señal que emites sea de eso que SÍ quieres.
“Tendré que creerte, pero me parece un detalle de poca importancia.”
Parece intrascendente, pero provoca una gran diferencia.
La parte emocional
¿Cómo es tu ánimo cuando te ves al espejo y gritas no quiero ser gorda?
“Lógico que siento horroroso.”
¿Y si te pido que te imagines con 5 kilos menos, y un par de tallas más bajas?
“Claro que me encanta…”
Con la primera visión estabas vibrando feo y esa era la señal que emanabas. Hasta se reflejaba en tu cara la amargura.
Con la segunda, los ojos te brillaron y se te dibujó una sonrisa. Si vibras esto, tus células lo toman como una instrucción y empiezan a buscar cómo cumplir con ese mandato.
Te resultará más efectivo el ejercicio que haces, te llenarás de esperanza y lo que comes será mejor manejado por tus órganos digestivos. Incluso te será más fácil seleccionar los mejores alimentos porque estás inspirada en una imagen que te construye.
“Te entiendo mejor ahora, pero mi nutricionista me dice que con sólo seguir la dieta y el régimen de ejercicios, lograré lo que quiero.”
Es posible que logres algún avance, pero sentirás todo el tiempo que estás sacrificándote.
Si desarrollas la visión de lo que sí quieres, no sólo disfrutarás el proceso, sino que te asegurarás el éxito. Vibrarás con energía y tus células no estarán confundidas.
“Nunca hubiera creído que era tan importante esto de la imagen.”
En resumen
Atraigo lo que quiero si vibro con lo que quiero.
Genero entonces en mi mente las imágenes mías con el peso y talla que sueño. Me veo con la ropa que quiero, la agilidad, la condición y el ánimo deseados.
En esa situación, la dieta y los ejercicios me resultarán más agradables y disfrutaré mejor el camino.
Me permito sentir la inspiración que esa visión me genera y mis actos serán todavía más coherentes.
Comeré lo que mi cuerpo necesita y dejaré – por inspiración – de comer lo que no necesita. Haré lo que me construye y dejaré de hacer lo que me destruye.
Todo por la inspiración de una visión cargada de emoción.
¿Cuándo no funciona?
“¡Qué bueno! Voy a visualizarme con 20 kilos y seis tallas menos…”
Bueno mientras te lo creas.
¿Te lo crees?
“Quiero creerlo, pero la verdad lo veo lejano.”
Tu visión debe ser adorable y creíble. Empieza por imaginarte con un par de kilos menos en unas cuantas semanas. Ten paciencia y haz tu trabajo con calma y la esperanza de que cada vez será mejor.
“Sí, ya. Me veo sonriéndome frente al espejo y alegre del avance. Me visualizo confiada y preparando la siguiente visión.”
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