El creador se ha asegurado de que haya un suministro inagotable y copioso para todos. Sin embargo, los pensamientos de carencia y las falsas creencias que al respecto algunas personas han implantado en sus mentes y que a diario se repiten, frenan los canales y medios para que fluya la abundancia que les corresponde tener como derecho divino. Como hijos de Dios, todos somos herederos de sus riquezas, el bienestar ya nos pertenece así que no hay que hacer nada para merecerlo. Todo lo que necesitamos está disponible para cada uno de nosotros ahora mismo.
Aunque se podrían enumerar y analizar las razones por las cuales impedimos la circulación y el flujo normal de la prosperidad, está claro que las más perjudiciales son el miedo a la carencia y los patrones de pensamiento de que “no hay suficiente”, “se puede acabar”.
Al igual que los ángeles, nosotros los seres humanos vivimos en un reino de prosperidad. Según estos seres de luz, la abundancia es nuestro estado natural de ser y su definición va mas allá de las finanzas y de la riqueza material, significando la capacidad de sentirnos en gozo, plenos y satisfechos en todas las áreas de nuestra vida, aprovechando todas las herramientas que Dios nos ofrece para vivir con alegría. Ellos desean que todos vibremos en amor y por consiguiente en abundancia, y que contemos con los recursos físicos para que nuestra experiencia en este plano sea literalmente gloriosa.
La sensación de escasez que se puede formar a cualquier nivel (físico, emocional, mental y hasta espiritual) es muy perjudicial porque conlleva a que se caiga en estados de desesperanza y conformismo. El espejismo de la carencia ocasiona que las personas se agarren de lo que haya, frenando así su flujo de prosperidad. Además la angustia enceguece y crea desesperación. Nadie ofuscado tiene la capacidad entera para crear y manifestar todo lo que realmente sueña.
Reitero, desde el enfoque celestial, la carencia no es real, no existe; por lo que hay que desvirtuar esta invención exclusivamente humana que perturba nuestra existencia, desvinculándonos de nuestra esencia divina. El momento en que todos hagamos conciencia de este hecho y erradiquemos la ilusión de la insuficiencia, nos elevaremos por encima del miedo a la carencia, terminando con el desamor y la desigualdad de bienes.
Es labor de cada quien comprenderlo, aceptarlo y trascender para que transformemos la mente colectiva de la humanidad, de una conciencia de miedo y pobreza a una conciencia de abundancia total. En todas sus manifestaciones, la prosperidad siempre nos llama y nos busca. De hecho, es más difícil alejarla. Hay que hacer más esfuerzo para repelerla que para conservarla.
El universo nos bendice a todos por igual con abundancia, así que es importante estar conscientes de lo capaces que somos para recibir estas bendiciones. ¿Estás siendo agradecido con lo que ya tienes? o ¿estás constantemente condicionando tu abundancia al día en que consigas esto o logres aquello? ¿Eres de los que creen que no merecen cosas maravillosas o que de eso tan bueno no dan tanto?
El origen de tu riqueza no radica en tus posesiones materiales, en tus inversiones ni en la cantidad de dinero que poseas en un banco. Dios es tu proveedor, la fuente inagotable de todos los recursos y tú eres co-creador de tu riqueza. ¿Cómo lograrlo? Conectándote con la abundancia ilimitada de tu ser, encontrándote con tu sabiduría interior e irradiando tu chispa divina de amor, paz, armonía, creatividad e inteligencia.
Si no te sientes abundante, ten presente que cualquier aspecto de tu vida que no marche bien demanda tu atención urgentemente porque está claro que lo que piensas se manifiesta y obviamente tú eres completamente responsable de ello. De manera que haz conciencia, evalúa y re-elabora tus sentimientos, pensamientos, creencias e intenciones y conviértete en un maestro en la creación de lo que deseas.
Tú eres un imán de la prosperidad divina, tus pensamientos tienen magia. Imagínalos como “dardos magnetizados” que lanzas al universo y se devuelven atrayendo lo que se les asemeja y relaciona; así que enfócate en lo que deseas, no en lo que no tienes. Tus juicios, ideas y palabras arman el molde de tus creaciones y tus emociones los sellan para materializarlos, llevándolos de tu mundo interior al exterior.
Piensa en abundante, crea la sensación de abundancia, de ese modo atraerás la energía que apoya la prosperidad que estás buscando. Decídete ahora mismo a eliminar los prejuicios y creencias que respecto a este tema tenías hasta hoy cambiándolos deliberadamente por semillas de abundancia. No es olvidando o tratando de no pensar que acabamos con un viejo patrón mental. La única manera de desechar un pensamiento negativo es sustituirlo por uno positivo. Así que siembra en tu mente afirmaciones nuevas que te recuerden que eres una extensión ilimitada del Dios que creó el Universo, eres uno con El y tienes acceso a toda la abundancia espiritual y material que el Padre ya tiene deparado para ti.
Más que los ingresos y el capital, uno de las características principales que destaca y diferencia a unos de otros es el talento para crear abundancia desde el pensamiento. Asimilado y dominado el mecanismo, tu prosperidad ya no dependerá de nadie más, no será condicionada por la crisis económica del país ni por ninguna clase de limitaciones externas porque tendrás la habilidad para manifestar lo que anhelas cómo y cuando lo determines. Aprender a crear abundancia es un proceso y urge comprender el concepto fascinante de que somos merecedores de lo mejor, que está bien disfrutar de las maravillas de la vida. Adicional al merecimiento, un trabajo individual de instauración de afirmaciones positivas hace la fórmula perfecta.
Los ángeles te pueden ayudar en este proceso de creación, refinando tus deseos a niveles más elevados y puros si así lo pides. Al fin de cuentas, tú eres quien decide. Además te abren puertas y muestran oportunidades para encontrar el sitio adecuado en el tiempo correcto, usar tus talentos y habilidades naturales y fluir abundantemente, porque haciendo lo que se ama siempre seremos prósperos.
Atrévete, renuncia a todos tus temores y dile Si a la prosperidad en tu vida. Honra a la creación y a Dios mismo reconociéndole su grandeza y benevolencia. Cuando nos decidimos a vivir la vida que queremos, cada una de nuestras células vibra y el universo entero conspira para darnos lo que merecemos.
Martha Muñoz Losada