Tengas o no dificultades con tu pareja, esta siempre te ayuda a crecer. Las relaciones humanas son complejas y siempre existe en ellas mucho que aprender y en las relaciones de pareja esto es mucho más intenso aun.
Una pareja que se dispone a caminar en unión, tendrá desafíos por enfrentar siempre. Ya sea que estos desafíos sean para la pareja o para los integrantes por separado, que de todas formas afectarán a la pareja. Si existe comunión, pueden seguir unidos para resolver en forma conjunta, apoyándose, dándose valor, entregando animo, entusiasmo, fe y esperanzas. Ambos integrantes pueden crecer en armonía y entendimiento, apaciguando juntos los desafíos entre los dos.
Pero, por lo general, este equilibrio no es tan perfecto. Uno de los dos tiende a quedarse atrás, caminado más lento o bien dejando de caminar. Entonces las cosas se complican, no era lo que se esperaba y comienzan las dudas, las preocupaciones, las acusaciones, las quejas y hasta las discusiones y recriminaciones.
Si somos honestos, esto es muy natural. Ninguna persona puede ser igual a otra persona. Todos tenemos distintas formaciones, distintos intereses, distintas prioridades, distintas tendencias, distinto todo. Si bien podemos compartir muchas aficiones y gustos en común, también es cierto que habrá mucho que no lo será. Los problemas se inician cuando uno de los dos (o los dos) comienza reclamar en vez de disponerse a comprender que las diferencias son naturales.
Si siempre van a existir las diferencias, la tarea se convierte en el aprendizaje de esta verdad. Es posible que uno de los integrantes pueda desarrollarse con mucha ventaja sobre su compañero y esto puede generar muchas dificultades. Sin embargo, es deseable que este que lleva la ventaja sea el que más aporte a la paz, debido a que es el más fuerte y el más capaz. Si este no lo hace, menos podrá hacerlo su compañero y entonces no existirá ninguna posibilidad de entendimiento, porque ambos se encontrarán juntos físicamente, pero a una gran distancia energética.
Si ninguno de los dos se siente seguro y tranquilo, se inicia una verdadera batalla que al fin de cuentas algún día tendrá que terminar. Algunas veces esta batalla se mantiene toda la vida y otras veces trasciende más allá, a otras vidas. Se hacen juicios y condenas que trascienden mas allá de lo que podemos imaginar. Aun así, algún día todo tendrá que terminar. ¿Por qué esperar tanto tiempo para aprender? ¿Por qué no iniciar ahora mismo el aprendizaje de la lección?
Sea que exista paz y armonía, o sea en medio de una batalla mortal, siempre vamos a terminar en un crecimiento personal que nos llevará a un mejor lugar. Posiblemente esas parejas que saben resolver sus inconvenientes en armonía, ya hayan pasado la lección y la hayan aprobado en anteriores experiencias de pareja o en vidas anteriores y por eso ahora gozan de una increíble grandeza que los hace sabios a la hora de resolver cuestiones de este tipo.
Las parejas que están actuando con armonía no lo están haciendo por casualidad. Ha existido un aprendizaje que todos podemos desarrollar. ¿Qué necesidad puede existir de mantener una guerra que no nos hará triunfar?.
Cuando queremos una guerra para demostrar quién es el más fuerte, esta decisión no nos llevará a ninguna lugar. Tampoco nos convertirá en triunfadores. Lo único que logramos, es retrasar la llegada de la paz. Si queremos seguir las discusiones y el poco entendimiento no hay problemas, pero no será a causa de nuestra pareja, será a causa de nuestra decisión. Si nuestra pareja quiere guerra nosotros podemos decir libremente “no” e incluso podemos decidir dejar el campo de batalla para trasladarnos a un lugar donde reine la bienaventurada paz.
Todo lo que suceda al interior de la pareja es una oportunidad para crecer, no importando que sea en estado de guerra o de paz. Podemos elegir la forma de resolver los inconvenientes, la que más nos guste, la que más nos acomode, la que mas acostumbramos a utilizar, la que elijamos estará bien, porque sin importar la que sea, todo se aprenderá.
Patricia González